La Dirección General de Tráfico (DGT) ha acordado esta semana que ha acabado en Córdoba incluir por primera vez a las bicicletas en el Reglamento General de Circulación, que se modificará este mismo año, con el objetivo de que este medio de transporte pase de ser alternativo a ser preferente en las ciudades. Entre las medidas que entrarán en vigor con esta revolucionaria reforma, las bicicletas podrán circular por el centro de la calzada --y no por la derecha-- en las llamadas zonas 30, calles por donde la velocidad máxima se fijará en 30 kilómetros a la hora. También se contempla que puedan circular por aceras con más de tres metros de ancho y a menos de un metro de las fachadas. La reforma dejará abierta la posibilidad de que los ayuntamientos permitan la circulación de las bicicletas en el sentido contrario a la marcha del resto de vehículos, algo que actualmente está prohibido.

UN CAMBIO DE TRASCENDENCIA

Con estas medidas se extrae la conclusión de que el Gobierno apuesta por primera vez y de manera decidida por una medida de futuro para el tráfico. Sin embargo, cabe preguntarse si una población como la española está preparada para asumir una transformación de tanto calibre en el tráfico rodado diario. Hasta ahora era el carril bici el único instrumento existente para auspiciar el uso de la bicicleta, pero parece que a partir de ahora no va a ser suficiente con esta vía de tantos seguidores como detractores.

Las medidas que se han tomado, de entrada, despiertan incertidumbres, entre otras razones porque la población española no está educada ni acostumbrada a convivir con la bicicleta de una manera tan evidente como la aprobada esta semana en Córdoba. Por eso esta medida, ya decimos que no sin incertidumbres, debe ser tomada como un campo de pruebas con refuerzos en señalizaciones para evitar accidentes. Por muy lógica que sea la medida.

PROGRESIVA IMPLANTACION

Está muy bien que el Gobierno se plantee por primera vez la bicicleta como vehículo de fututro preferente y no alternativo, como ya ocurre en bastantes ciudades de Europa. Lo cual no impide que haya una transición en la que se refuercen las señales y se conciencie al ciudadano, tanto al peatón como al automovilista. En definitiva, un sistema progresivo de implantación.

Por otro lado, hay que subrayar que la llamada Carta de Córdoba va a poner el apellido de esta ciudad a uno de los procesos de innovación del tráfico más importantes que ha acometido la Dirección General en España, como un factor de convivencia y de integración en las ciudades y no de desencuentro.