El Eunuco

Versión: Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez de la obra homónima de Terencio

Intérpretes: Anabel Alonso, Marta Fernández Muro, Jorge Calvo, Antonio Pegudo, Pepón Nieto, Jordi Vidal, María Ordóñez, Alejo Sauras y Eduardo Mayo

Dirección: Pep Antón Gómez

Lugar: Gran Teatro de Córdoba

Lleno total en el Gran Teatro para asistir a la representación de esta versión muy libre de El Eunuco , que Terencio escribiera hace ya más de dos mil años. La fecha, 27 de marzo, coincidía con el Día Mundial del Teatro, que en este caso se celebró con la entrega a la entrada de una hoja con el mensaje de este 2015 del director polaco Kzrystof Warlinowski.

El resultado de esta versión, como digo muy libre, es un teatro con frescura, sin estar en momento alguno encorsetado, que se salta las convenciones, tal vez porque propone las suyas propias y el público las acepta. La más visible es la escenografía que propone la solución del espacio escénico en base a un enorme cubo geométrico compuesto por cuatro paneles móviles que los mismos actores manipulan desde el interior. Solución un tanto fría si se quiere, pero de lo más efectiva, ya que a través de él se componen todos los pasillos y recovecos del espacio interior.

Ciertamente, los adaptadores del Terencio clásico han ido lejos, saltándose sin cortapisas casi todos los convenios, lo que imprime a la obra un ritmo trepidante: lo que es una comedia clásica se convierte en vodevil, en comedia de situación y hasta en musical. Todo son equívocos y nada es lo que parece, empezando por el vestuario a partir del juego del teatro clásico que permite, en este caso sin perder un ápice de verdad sobre el original, trasladar a los personajes en un viaje intemporal. Sobre el escenario se mezcla la túnica corta grecorromana de Lindus con la neoclásica de Pánfila, sustituida a continuación por la ropa interior; el uniforme de soldadito de la legión extranjera de Pelotus con el porte de mariscal Bismarck de Fanfa, el aire pijo de Cilindrus, el currante de Filipa, el quiero y no puedo de Fedrias, el de criado enredador y pícaro de Parmenón y el de cabaretera belle epoque de Thais, que sostiene todo el tinglado.

Todo son confusiones y los actores las aprovechan de forma admirable dándoles el tono de voz preciso, medido, cambiando registros sin forzar la máquina, expresiones faciales y corporales dirigidas como si se tratase de un concierto en el que cada instrumento debe entrar en su momento para componer todo lo que el público recibe perfectamente: que sobre las tablas se están divirtiendo y ello se transmite al espectador, que también se une al espectáculo y a una fiesta, ya que la obra no está diseñada para pensar, aunque se pueda hacer, sino para reír.

Todos en escena rayan a gran nivel, por algo este Eunuco ha recibido dos premios del público, en Mérida y en San Javier y, además de Anabel Alonso y Pepón Nieto, creo que es de justicia destacar la cantidad de registros que muestra María Ordóñez, que en su día recibió el premio Ceres de la juventud.