Feliz y orgulloso de volver a España para presentar su Bella Durmiente en el Teatro Real, al bailarín y coreógrafo Nacho Duato le gustaría "retomar el contacto" con la Compañía Nacional de Danza y asegura que el Staatballet de Berlín será la última compañía que dirija. "En el 2017 tengo que decidir si me voy, o ellos me tienen que decir si me voy o me quedo, pero el Staatsballet ya es la última compañía que dirijo", anunció el coreógrafo en una rueda de prensa en el Teatro Real de Madrid, adonde vuelve el próximo día 4 de septiembre, después de cinco años de estar fuera.

Duato (Valencia, 1957), que dirige el Staatsballet, la compañía de danza más prestigiosa de Alemania desde hace un año, presentará en el Real una nueva versión de La Bella Durmiente los días 4, 5, y 6 de septiembre, y el 8 y 9 tres piezas contemporáneas dirigidas por él --Static time y White darkness --, y por Mario Goecke --And the sky on that cloudy old day --. Esta versión del clásico de Marius Petipá interpretada por el conjunto alemán y presupuestada en un millón y medio de euros fue creada a su llegada a la dirección artística del Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo (2010), donde estuvo cuatro años; justo después de que la Compañía Nacional de Danza (CND) anunciase que no seguiría como director de ésta.

"Se supone que en España me invitaron a salir, porque yo no hacía clásico, pero es que se necesita una infraestructura que no se tiene aquí: de momento, un teatro, una orquesta y 60 bailarines como mínimo", precisa Duato, "y, si es itinerante, viajar con 60 bailarines, más 20 técnicos, más 10 sastres y la orquesta". El bailarín y coreógrafo cree que en España no eran conscientes de ello y, si él se negó a hacerlo, era, precisamente, por respeto al ballet clásico: "Cuando estaba dirigiendo aquí, sabía que no se podía hacer, sobre todo por respeto al ballet clásico. Podía haber hecho algo así con puntas o tutú, pero por respeto al clásico es mejor no tocarlo".

Describe su Bella durmiente como un "clásico revisado muy propio del siglo XXI", pues mantiene la parte más técnica del ballet de Petipa, desde el punto de vista coreográfico y del bailarín, y el romanticismo esencial de la composición de Tchaikovski, pero se aproxima al momento actual eliminando la pantomima y haciéndolo más ligero.

"Casi todos los clásicos, como las óperas, son demasiado largos a veces y no hay que tener miedo de adaptarlas un poquito", apuntó Duato, quien ha querido reducir la majestuosidad típica de la época para hablar de una historia de amor entre un príncipe y una princesa. "¡Al fin y al cabo, La bella durmiente es un cuento para niños!", dice. El vestuario y la escenografía también adquieren tintes contemporáneos.