Ilumina las sombras desenredando el aire, acotando el silencio en cárcavas de luz. Su poesía es esbelta y honda al mismo tiempo, como una collalba que atraviesa el bosque con sus alas de seda al amanecer. Todo en ella amanece y oscurece al mismo tiempo: sus versos son ascuas de una fragua incandescente donde el dolor se torna cielo azul. "Llegar a la luz de tu oscuridad", escribe Arabella y el lector siente el amor de un trigal que susurra encima de su piel.

"Enredada en tu vida/ a un rastrojo de dolor", escribe en un verso sublime la poeta como si estuviera latiendo en una zarza su corazón celeste, diamantino. Habla en su poesía de una mariposa negra, pero en su ternura danzan colibríes, chopos erigidos en un cofre de sol. Desenredar el aire es su poemario: el libro valiente, hondo y emotivo, de una mujer que habla dibujando azucenas y olvidos en un cielo de papel.