Una historia de tablaos flamencos, personajes famosos, juegos y actividades ilícitas que comenzaron a sucederse en Córdoba con la recuperación económica del país traslada a los lectores a los ´saraos´ de la Andalucía profunda, "la Córdoba festiva y desvergonzada" que su autor, Alfonso Gómez, tiene en la memoria. En su recorrido desde los años 50, "cuando vivíamos en una ciudad casi medieval", hasta el 2000, el escritor describe la evolución de los cordobeses y el resurgir de la vida nocturna en los años 60, en los que "la gente empieza a salir, mejora la economía y aparecen los seiscientos".

El resultado del trabajo es el libro ´La Córdoba golfa´, editado por Almuzara y presentado ayer en el Círculo de la Amistad, abarrotado de público, por Alfonso Gómez y el doctor Manuel Concha. Al acto acudieron, entre otros, Manuel Pimentel, Rafael Quintela, Manuel Benítez y numerosos amigos del autor.

Lola Flores, Marisol, Antonio ´El bailarín´, Concha Velasco, Manuel Benítez y Antonio Gala son algunos de los personajes que visitaban la ciudad para acudir a los festivales taurinos o los actos sociales organizados por Bodegas Campos. "Las fiestas que montaban los Campos constantemente tenían un ambientazo como tablao y bodega. Tengo invitaciones para fiestas a las que asiste Cayetana de Alba... Entonces era distinto", recuerda Alfonso Gómez.

De este modo, el escritor plasma en su libro cómo los eventos de la ciudad concentraron a un número de famosos difícil de encontrar hoy, "se llevaba a las personas relacionadas con la familia Campos por temas taurinos o porque se rodaran películas en la ciudad en aquella época. Aquí vino Sancho Gracia a rodar una película, o venía Paco Rabal. Nombro a todos estos porque venían a las fiestas".

En este sentido, Alfonso Gómez reconoce que en aquellos tiempos "esta ciudad tuvo mucho atractivo y Paco Campos era el alma mater de todo eso". Pero fuera de Bodegas Campos Córdoba también emanaba tablaos, arte jondo y baile, "para mí Los Califas era una capilla sixtina del flamenco cordobés. Era un mesón donde iban los artistas todas las noches y nosotros hacíamos con ellos un contrato, nos cantaban y nos bailaban". Además, el veterano de las noches cordobesas apunta que estas juergas eran disfrutadas por todas las clases sociales, "entraban en los cabarets y no tenían para darle de comer a sus familias", afirma.

En cuanto a las posibles críticas que recibirá su obra, Alfonso Gómez señala que "en el libro podemos encontrar nombres, apellidos y hasta motes para que sepa la gente quién es. Habrá quién diga: ´oye que a mí abuelo le dices que era un martillo pilón cuando jugaba a las cartas", y el autor está dispuesto a demostrarlo con su memoria.