Todas las ciudades se parecen en sus barrios más nuevos, no digo "modernos" porque esta palabra me causa mucho respeto y me recuerda a "modernista", que respeto aún más. Me gusta mucho el Vial Norte cordobés, pero en algo se me asemeja al puerto olímpico de Barcelona, que también me encanta. En 1979, recién instalado en Sevilla, me decepcionó el parecido de mi barrio, Triana, con zonas cordobesas como Ciudad Jardín. Así se lo escribí a una chica de Tufo di Minturno, pueblecito cerca de Roma, con quien me carteaba para practicar su español y mi italiano: "Il guaio è che tutte le città si sembrano assai", creo haberle dicho. Luego, claro, conocí de verdad Sevilla. A Córdoba le ocurre que no acaba de encontrar una nueva configuración moderna que la identifique. La nueva eñe, el Palacio del Sur, el hotel oxidado o el aeropuerto nos harán recordar Bilbao o Madrid, pero lamentándolo mucho (o sin lamentarlo en absoluto) Córdoba será durante mucho tiempo aún la Judería, el barroco, lo romano y el centro. Barcelona y Sevilla se reinventaron a sí mismas de forma esplendorosa con las Olimpiadas y la Expo. Córdoba se pierde en proyectos de infografía virtual en sus periódicos, pero sin originalidad. Aunque, ya digo, esta deprimente visión no es solo cordobesa sino algo universal. El irónico escritor y periodista francés Pierre Daninos escribía en Los Turistócratas que una vez escuchó a un amigo decirle a su esposa mientras contemplaban la bahía de Hong Kong: "¿No crees que se parece un poco a Saint-Nazaire?".

* Profesor