Las familias cordobesas están regresando a los bares de barrio, "como se ha hecho toda la vida", para celebrar las primeras comuniones de sus hijos. También piden los trajes a los allegados y se atreven con el álbum de fotos, todo ello con el objetivo de reducir los gastos y vivir esta experiencia de una forma más sencilla. De este modo, los profesionales relacionados con este evento han constatado un descenso de la actividad y apuntan que, aunque sigue siendo relevante, los padres cada vez buscan precios más económicos y demandan servicios más sencillos, lo que ha venido a sumarse a la larga lista de factores que están provocando el cierre de empresas.

En esta línea, Catalina Abad es propietaria de Kamil Confección y explica que están desapareciendo tiendas que antes eran clientes, mientras que los que se mantienen suelen realizar sus compras una vez que las familias han seleccionado el traje y demandan una talla en concreto. Catalina apunta que la campaña del mes de mayo "no ha sido muy mala", aunque "hay mucha gente que utiliza el traje del familiar" y "también hay muchos niños que no están haciendo la comunión", por lo que la celebración se conserva, en parte, "gracias a los inmigrantes". La propietaria de Kamil Confección explica que su actividad se ha reducido un 70% desde el año 2009 y, en el caso de las tiendas, estas han tenido que bajar los beneficios para seguir captando al consumidor, por lo que "si antes vendían un traje por 400 euros, ahora lo venden por 200".

De otro lado, el presidente adjunto de Hostecor, Rafael Carrillo, destaca que las comuniones siempre han ayudado "bastante" a la restauración, aunque con la crisis económica "cada vez se celebran más en los bares de barrio". El número de comensales ha descendido, limitándose a la familia más cercana, y los menús más buscados oscilan entre los 20 y los 35 euros por persona, a lo que se añade que ahora "te piden un cóctel, en lugar de tener una comida sentados, para abaratar los costes", ha precisado.

El recuerdo fotográfico también ha pasado a ser un gasto prescindible y Antonio Aranda, del estudio Toñi Díaz, destaca que ahora "hacen ellos mismos las fotografías", lo que en muchos casos supone que su trabajo sea posterior a la celebración, porque "viene gente a la que hay que salvarle las fotos, la calidad no es la misma", explica. En su caso, la demanda ha descendido alrededor de un 10%, aunque comenta que en el laboratorio donde realizan los álbumes la sitúan en el entorno del 60%. Así, destaca que "los clientes suelen pedir lo mínimo, pero a mí no me llegan por el precio, sino por la calidad", y es que un álbum digital de primera comunión puede alcanzar los 400 euros, mientras que el tradicional llega a los 200 euros.