Materia anímica, que podría subtitularse Frutas con alma, es el título de la exposición que bajo la firma de la pintora mellariense Ana Ortiz Trenado, permanecerá en el Patio Barroco del Palacio de la Merced hasta el 3 de marzo. Debemos hacernos eco de ella en esta sección gastronómica, no sólo felicitándola, sino utilizando su obra como pretexto para hablar de las frutas, ya que son éstas, casi únicamente, los motivos utilizados en unos bodegones que cualquiera desearía exhibir y contemplar en la pared de su comedor.

Frutas; principalmente uvas, cuyos colores y luces nos dejan ver su alma y nos hacen adivinar y apetecer el saboreo de su goloso zumo; también, higos, naranjas y granadas, sensualidad pura, con cuidada e intencionada disposición, contrastes de color y veladas sombras que nos conducen a evocar esa somnolencia de las siestas veraniegas bajo la acogedora penumbra de la parra.

Las frutas. Así llamamos a los frutos comestibles de algunas plantas; son los que contienen las semillas; y en lo que respecta a la nutrición, son alimentos ricos en agua y vitaminas, aromáticos y estimulantes del apetito; no hay elemento que personalice más la cocina o el comedor que un frutero bien repleto de fruta o frutas. Antes de que existiesen los invernaderos estaba muy claro cuáles eran las frutas de temporada, ahora sólo sabemos que lo son porque aparecen en el mercado con mayor abundancia y porque bajan de precio.

Ahora bien, pagando lo que nos pidan, cantidades absolutamente disparatadas, en cualquier época del año podemos obtener la fruta que deseemos. Las fruterías especializadas exhiben sus cartelitos: chirimoyas de aquí, mangos de allá, piñás de acullá; como si se tratase de una sesión de la ONU.

Preferimos hoy ocuparnos de las frutas ricas en agua, dejando para otro día los frutos secos, mucho más calóricos.

Cuando las frutas se sirven como postre, al natural, deben estar sanas y en su punto óptimo de madurez. Hay muchas más maneras de presentarlas; por ejemplo, las manzanas, previamente descorazonadas y asadas en el horno convencional o en el microondas, transforman su sabor y evitan resultar aburridas; las peras, también cambian si se cuecen en vino tinto, con una ramita de canela; o los plátanos, abiertos longitudinalmente y hechos a la plancha o flameados con algún licor.

Éstas frutas también se utilizan en confitería y pastelería. El mundo de las conservas, confituras, mermeladas y jaleas, necesita más espacio.