Se echaba de menos el rojo intenso, ese aluvión de tomates, ese no cabe un alma en las calles de Buñol. Esos lanzamientos despiadados de tomate. Agua que refresca a la muchedumbre, a los que se embadurnan. Nuestra fiesta popular, con los sanfermines, que más da la vuelta al mundo, este año más nacional. Tras la batalla, llega la calma. Ni rastro de tomate hasta el agosto que viene.