Buena parte de los más 150 millones de brasileños convocados hoy a las urnas adoran con la misma pasión a su candidato como detestan al otro. Y, aunque sin tanta pasión, el mundo también mira hoy a Brasil con interés porque el resultado tendrá considerable trascendencia. O Jair Bolsonaro, ahora mismo el gran referente en el poder de la derecha extrema, consigue la reelección; o regresa al poder una década después, con las condenas que lo llevaron a la cárcel anuladas, Ignacio Lula da Silva, consolidando en ese caso el giro a la izquierda en el continente sudamericano. Aunque el candidato del Partido de los Trabajadores es ligeramente favorito en los sondeos, no se descarta un resultado ajustado. El día de la verdad llega tras una campaña tensa y bronca, reflejo de la crispada polarización que vive Brasil, incluso hasta el final. Así se las gastó ayer una diputada del partido de Bolsonaro, pistola en mano, contra quienes, según ella, la habían agredido cerca del último mitin de Lula da Silva en Sao Paulo.