En unos días en los que los capirotes, los cirios, las túnicas y los pasos en la calle han formado parte de la cotidianidad, lo menos previsible es volver al Carnaval. Y es que en Carcabuey, el Domingo de Resurrección es de todo menos previsible. Llega la Pascua de los Moraos, una fiesta muy peculiar y atípica para una fecha como esta de Semana Santa que se convierte en punto de encuentro para numerosos visitantes no sólo de la provincia, sino de diferentes puntos de la Comunidad autónoma.

Declarada Fiesta de Interés Turístico de Andalucía, la Pascua de los Moraos saca a la calle a los vecinos del pueblo, que son sus verdaderos protagonistas, y los convierte en la voz y en la imagen de una sátira de todos los acontecimientos ocurridos en la localidad durante el año. Murgas, pasacalles y pregones. Cualquier modalidad es idónea para dar forma a la crítica y a la risa ante un público que aplaude la improvisación, el disfraz, la gracia y las ganas de fiesta de los participantes. La actuación de los políticos, la vida social o cualquier comentario que haya circulado por el pueblo es susceptible de burla. Es, quizás, la única ocasión en el año en que cada uno dice lo que realmente piensa, sin miedo a la censura aunque, eso sí, siempre se hace con una fina ironía y un ingenio que permite que todo el mundo se lo tome de la mejor manera.

Esta celebración da pie a un perfecto ejercicio de autocrítica colectiva, de regeneración vital de todo un pueblo a través del humor. Aunque hay diversas modalidades, la más característica de esta tradición popular carcabulense es el pregón, que se pronuncia a viva voz por las calles del pueblo. El pregonero va acompañado musicalmente por su charanga y juntos hacen el recorrido disfrazados de algo a lo que critican en el citado pregón. Es un arte en sí mismo.

Niños que se disfrazan de viejos, viejos que se disfrazan de mujeres, mujeres que disfrazan de monstruos-Todo tiene cabida en este extraño carnaval y todo se vive en la calle, con la implicación de los vecinos. Ya por la noche, la tradicional verbena completa un día de mucha fiesta, humor, complicidad y rememoración de la identidad popular colectiva.

Considerada una de las fiestas más insólitas de España, el origen de la Pascua de los Moraos se pierde en el tiempo, aunque algunos la sitúan en una cofradía de Semana Santa que, tras las penitencias y ayunos de la Cuaresma, organizaba a partir del Domingo de Resurrección fiestas que duraban hasta tres días y que serían el antecedente de la actual celebración. Se cree que el nombre puede venir del color morado de la túnica de los penitentes que integraban aquella cofradía.