Continuando nuestro recorrido por la carretera CO-5101, o de Garcigómez, a partir del kilómetro 10 el paisaje sufre una metamorfosis absoluta: desaparecen por completo los montes rayados de olivar y la hegemonía pasa a ser de las repoblaciones de pino, que inundan de verde la pupila del viajero y constituyen un tupido vello para el montuoso relieve. Y es que toda esta zona fue repoblada a partir de 1960 y la vegetación autóctona fue sustituida por pinos de diversas especies, que con el paso del tiempo han formado un bosque artificial que poco a poco está siendo eliminado. A veces, y detrás de alguna curva, comprobamos como los pinos y eucaliptos dan una breve tregua a la encina, y se mantienen al lado de la carretera aisladas y pequeñas dehesas, sobre un fondo verde de coníferas.

La carretera sigue acompañando a la vereda de Garci-Gómez, aunque suponemos que su trazado será algo más rectilíneo y evitará algunas de la curvas de la tortuosa vía asfaltada; aunque, de todos modos, las profusión de mallas cinegéticas en los márgenes de la misma impide que podamos seguir el trazado exacto y original.

Las tierras de la antigua dehesa de Arroyo Molino nos acompañan durante varios kilómetros, sobre todo a nuestra diestra. Unos 100 metros antes del kilómetro 12, surge a la derecha el Camino de las Cuestas, que conecta con la carretera N-420. A pesar de estar incluido en el Inventario y catálogo de caminos públicos de Sierra Morena, una cancela impide el acceso.

Ya habremos superado los 400 metros sobre el nivel del mar y el pico más alto de la zona es el vértice geodésico Postero del Rey con 424 metros, aunque no muestre una silueta sobresaliente y sea difícil de distinguir de los montes circundantes. Al otro lado se dispone la loma de Valdediego, de la que lo separa el arroyo del mismo nombre.

La casa de la Loma del Majano se vislumbra en un montículo estratégico a nuestra izquierda. Hasta hace pocos años, como aún se puede ver en los planos topográficos, la carretera bordeaba el cortijo por su flanco occidental, pero el nuevo trazado lo deja a lo izquierda, evitando una gran curva, aunque ganando en pendiente. Sorprenden las panorámicas que de estos valles se perciben desde la casilla de peones camineros situada cerca del kilómetro 16 de la carretera, que hacia el Este llegan hasta los Rasos de las Cabezas. Si miramos hacia el norte divisaremos, sobre la loma de la Herrería, una torre de vigilancia contra incendios.

Unos metros más adelante, a la izquierda, se inicia la pista forestal que conduce a las fincas de la Loma de la Higuera, Cebrián y Corchuelos, penetrando en el valle del Arenoso. Son tierras de gran renombre la esfera cinegética de la caza mayor y en época de monterías las frecuentan cazadores de toda España y del extranjero. Por esta pista se puede llegar hasta los Montes Comunales de Adamuz. La continuidad hacia el Este de este carril forestal lo tenemos un kilómetro más adelante, entre los kilómetros 17 y 18, justo donde está el cartel de entrada al Parque Natural de la Sierras de Cardeña y Montoro. Esta otra pista enlaza con la carretera N-420, surcando la loma de la Confitera y atravesando el arroyo Arenosillo por un puente. Pero no finaliza ahí, sino que prosigue hasta la carretera A-420, por la loma de la Chivera, cruzando a su vez el arroyo de Martín Gonzalo y Corcomé. Este camino construido por Patrimonio Forestal del Estado atraviesa, por tanto, la sierra de este a oeste y ha servido para marcar el límite sur del parque natural.

Dice José Antonio Torres Esquivias que se trata de la moderna versión de la vereda de la "venta de Los Locos al descansadero de El Empalme‡", ya que el "camino de carne‡" sigue un trazado paralelo al carril forestal, pero algo más al sur, conectando la venta de Los Locos -que era una de las posadas del antiguo camino de la Plata o de Madrid, que estaba situada en las cercanías de la actual estación de Los Pedroches, en Villanueva de Córdoba- con el descansadero del Empalme, que se localiza en el punto donde el trazado antiguo de la carretera que conducía a Marmolejo, antes de que se construyera la presa del Yeguas, conecta con la carretera de Villa del río a Cardeña. Desgraciadamente esta vía pecuaria, que debe atravesar espléndidos parajes de la sierra de Montoro, está prácticamente perdida. Cercanos, y hacia el oeste, se localizan los escoriales de las antiguas minas de plomo de la Herrería, coincidiendo con la transición entre los materiales pizarrosos y el batolito granítico, en lo que se conoce la aureola metamórfica de contacto.

Cuando estemos llegando al kilómetro 18, los quitamiedos de mampuesto de piedra que se disponen a lo largo del borde izquierdo de la carretera nos protegen del abismo que se abre ante el valle del río Arenoso. Merece la pena parar el coche en un pequeño hueco que veremos detrás de una curva, para contemplar la panorámica. El amplio campo de visión en la inmensidad de este valle se encuentra lejos de impactos visuales tan habituales como tendidos eléctricos, trazados de carreteras y edificaciones, que puedan perturbar nuestro disfrute. El río Arenoso nace muy cerca de Cardeña y en su lento recorrido hacia el sur se ha ido encajando en un magnífico valle que, por la zona donde lo estamos observando, presenta un desnivel superior a los 300 metros. En algunos árboles que pueblan sus orillas nidifican las águilas imperiales, y es posible contemplar el vuelo de algún ejemplar. Al principio del otoño el sonido de la berrea retumba en la caja de resonancia del valle, acompañado a la caída de la noche por el ulular de los búhos reales que anidan en los riscos del cerro de La Encinilla.