Ganado: cinco novillos de Martelilla, uno de ellos para rejones, y uno de Casa de los Toreros, también para rejones, desiguales de presentación --primero y cuarto muy pequeños, casi erales--, escurridos de kilos, de embestida sosa y poca nobleza, a excepción del quinto.

David Vázquez: rejón trasero y dos descabellos (una oreja); y medio rejón contrario y un descabello (dos orejas).

Curro Jiménez: tres pinchazos y estocada casi entera (una oreja); y estocada trasera y tendida, y dos descabellos (dos orejas y rabo).

Israel de Córdoba: pinchazo y estocada desprendida (una oreja); y pinchazo, estocada tendida y un descabello (dos orejas).

Plaza: Castil de Campos. Más de tres cuartos de entrada en tarde de temperatura agradable.

La Fiesta cuenta desde ayer con un nuevo escenario en la provincia: Castil de Campos, que con motivo de sus fiestas patronales acogía la celebración de una novillada mixta con picadores. Mucho público, con medio centenar de entradas sin vender para cubrir el aforo; muchos premios: nueve orejas y un rabo, y diversión a raudales en los tendidos, como no podía ser de otra manera en tan señalada fecha, aprovechada por el prieguense Curro Jiménez para despedirse de sus paisanos ante su ya inminente alternativa el próximo domingo en Jaén. Junto al futuro matador de toros, el rejoneador sevillano David Vázquez y el novillero Israel de Córdoba, que sustituía al anunciado Ignacio González, convaleciente debido a una contusión de 2º grado en la pierna derecha sufrida el sábado en Los Califas, completaban el cartel del primer festejo taurino de la historia de Castil de Campos.

Una efeméride en la que el único lunar lo puso el ganado, en el caso de los dos ¿novillos? para rejones, verdaderos erales, todos escurriditos de kilos y de sosa embestida, a excepción del colaborador quinto.

Y fue precisamente con este novillo con el que Curro Jiménez, que no pasó de bullidor y correcto en su primero, cuajó la mejor faena de la tarde, gracias a la noble embestida del animal, que después de un puyazo de los que no se ven en este tipo de festejos se vino arriba. Varias series con la derecha, con mucho temple, pases a cámara lenta y larguísimos de pecho hicieron que el novillo acomodara su embestida al engaño que le ofrecía el prieguense, siempre con mucha suavidad, repitiendo una y otra vez por el pitón derecho, todo un filón del que Jiménez pudo extraer lo mejor. En su debe, no haberlo intentado por el también más que potable izquierdo, lo que no fue óbice para que la presidencia, con excesiva generosidad, le otorgara los máximos trofeos.

De su parte, Israel de Córdoba no pudo hacer prácticamente nada, a excepción de un ramillete de verónicas de recibo, ante el peligroso tercero, al que sacó un puñado de pases por el pitón derecho y poco más, siempre con las lógicas precauciones y con toda la voluntad del mundo. Cambió la cosa en el segundo de su lote gracias a una faena intermitente pero con muchos detalles por ambos pitones, que hubiera cuajado de haber contado con mayor continuidad entre pase y pase.

Completaba el cartel el rejoneador sevillano David Vázquez, que ante la poca entidad de sus dos novillos tuvo que recurrir a lo práctico y ponerlo todo de su parte, sin muchas estridencias, tan de moda en el toreo a caballo.