Entrevista

"Al finalizar el proceso oncológico, empieza otra ‘pelea’: volver a entrar en el sistema"

Andrea Castromil es la directora de la Fundación Naru, una entidad que trabaja para fomentar la empleabilidad de colectivos con dificultades para acceder al mercado laboral

Andrea Castromil, junto a la sede de la Fundación Naru, en el edificio de Expocoruña.

Andrea Castromil, junto a la sede de la Fundación Naru, en el edificio de Expocoruña. / Casteleiro / Roller Agencia

María de la Huerta

“'Naru' es una palabra japonesa que significa algo así como ‘llegar a ser’, ‘convertirse’... ‘alcanzar un determinado punto, una meta’... Va muy en la línea de nuestra labor, porque la inserción laboral es eso: conseguir un empleo, superarse, cambiar...”, resume Andrea Castromil, directora de la Fundación Naru, entidad de ámbito gallego, con sede en A Coruña que, desde junio de 2021, “pretende ser un agente transformador” que “haga llegar a ese cambio” a colectivos “que tienen más difícil la empleabilidad”, entre ellos, “las personas que han pasado por enfermedades incapacitantes”.

Cuenta Castromil que la Fundación Naru echó a andar “con el objetivo de fomentar el incremento de las competencias personales y profesionales y la empleabilidad” de aquellos que “lo tienen más difícil”, ya sean “jóvenes, mujeres, mayores de 45 años o personas que han pasado por enfermedades incapacitantes”. “Nuestra fundación nace bajo el paraguas de una escuela de negocios [la European Business Factory] donde se imparte formación de posgrado para jóvenes. Uno de los objetivos era que esos jóvenes tuviesen oportunidades que no fuesen, simplemente, unas prácticas sin remunerar, sino que ya pudiesen iniciarse en el mundo laboral como un trabajador más. A partir de ahí, se creó la fundación y se construyó un programa de becas laborales remuneradas, lo que sucede es que este tipo de ayudas a veces presentan unas limitaciones, puesto que otros colectivos que también lo tienen difícil, como los mayores de 45, se quedan fuera, salvo que se hayan titulado en los cuatro años previos”, explica la directora de la Fundación Naru.

“Empezamos a pensar, entonces, en que había mucha necesidad laboral por parte de muchos colectivos, no obstante, también existe una gran de cantidad de entidades, fundaciones, asociaciones… para la empleabilidad, así que optamos por enfocarnos en una línea en concreto, donde hubiese un vacío de oportunidades. Y, como por mi trayectoria vital, he visto situaciones en las que a afectados por procesos oncológicos (pacientes o cuidadores) la vuelta al trabajo les ha resultado muy difícil —parece que están marcados por el ‘no vaya a ser que vuelva a enfermar’; ‘no vaya a ser que tenga que cuidar’…—, decidimos tirar por ahí, pues detectamos un vacío y un desamparo muy grandes”, prosigue.

Y es que, “al finalizar el proceso oncológico, cuando todo debería ser felicidad, empieza otra 'pelea”. Volver a entrar en el sistema, lo cual conlleva no solo la parte laboral, sino también la social, familiar… Gracias a los avances en investigación, la supervivencia al cáncer, en general, es cada vez mayor, sin embargo, esto requiere prestar atención a esa otra etapa que sea abre cuando se dejan atrás los tratamientos”, insiste la directora de la Fundación Naru, donde a quienes se encuentran en esa situación “se les da la oportunidad de juntarse con más personas” en el mismo punto, “de realizar talleres de autoconocimiento, empleabilidad, fortalezas…”.

“Después, cada usuario va eligiendo, también, su camino. Por ejemplo, hay quienes deciden intentar opositar; otros optan por dar un giro radical a su trayectoria, formándose en alguna actividad que quizás antes veían como una afición (porque después de haber pasado por el proceso oncológico, quieren disfrutar del trabajo de otra manera)...”, detalla Castromil. “En nuestra fundación, les apoyamos, además, en todo el tema de la práctica deportiva, de hecho, un grupo de usuarias de Naru está en un equipo de remo ('dragon boat'). Ya existía previamente, pero hemos montado una especie de delegación aquí para salir a navegar por el lago de las antiguas minas de As Pontes”, agrega.

Aunque la Fundación Naru “se constituyó como tal en 2020”, la burocracia y el parón obligado de la pandemia de covid pospuso el inicio de su actividad hasta “junio de 2021”. “A partir de ahí, nos empezó a contactar gente, interesándose por lo que hacíamos, a veces rebotados de otros sitios. Cierto es que lo vieron siempre como una puerta nueva, algo que no había hasta entonces. Nosotros abrimos este camino, y hoy tenemos usuarios de A Coruña, Santiago, Noia, Vigo... de toda Galicia”, destaca Castromil sobre la entidad que dirige, que cuenta con dos benefactores honoríficos de excepción: la cantante gallega Luz Casal y el actor Antonio Resines

Nuestras puertas están abiertas para todo aquel que nos necesite, y también para quienes deseen ofrecernos su ayuda, de la manera que se les ocurra. Tenemos por delante muchas cosas pendientes, y cualquier apoyo es siempre bienvenido”, resalta Castromil, y especifica: “En Naru no hay socios, porque sabemos que las personas que acuden a nosotros lo que quieren es trabajar para sentirse útiles, de modo que lo último que vamos a hacer es cobrarles nada a ellos. No obstante, es probable que, después del verano, empecemos a tener socios externos, siempre con libertad para aportar lo que cada uno pueda, cuando pueda y sin involucrar, en ningún acaso, a los usuarios. Queremos que todos nuestros servicios sean gratuitos para ellos, por eso necesitamos el respaldo de personas que se ofrezcan a echarnos una mano voluntariamente”, concluye.