La percepción que la sociedad tiene de un fenómeno dista mucho a veces de la realidad. Afortunadamente, siempre están las cifras para poner las cosas en su sitio. Contra lo que algunos expertos y políticos habían aventurado, la llegada de inmigrantes a España se mantuvo el año pasado al altísimo ritmo de los años anteriores. Según el avance del padrón de 1 de enero del 2008 hecho público ayer, 701.000 extranjeros se inscribieron durante el 2007 en los municipios españoles, lo que ha elevado la proporción de foráneos a unas cotas inimaginables hace unos años. Sobre 46 millones de habitantes, España ya tiene 5,2 millones de inmigrantes.

¿Cómo pudo absorber España un alud semejante? 700.000 personas es como si de golpe se hubieran instalado en España el triple de los pobladores con que cuenta L´Hospitalet, la ciudad cuya alcaldía ocupó durante 14 años el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho. Aunque parezca difícil de creer, esa cantidad de extranjeros debía de ser la que demandaba la economía española, que hasta el último trimestre del año no empezó a notar la incipiente llegada de la crisis. El PIB del 2007 se mantuvo en el 3,8% de aumento y eso en el modelo español de crecimiento significa la creación de cientos de miles de empleos.

CARACTERISTICAS El aluvión llegado el año pasado presenta varias características que lo hacen, sin embargo, muy diferente de los registrados en años anteriores. Por un lado, la mitad de los recién llegados pertenecen a la Unión Europea. Nada menos que 201.948 rumanos y 31.607 búlgaros han cruzado el Pirineo aprovechando que desde el 1 de enero del 2007 gozan de libre

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