La catástrofe nuclear de Chernobil, en 1986, se ha cobrado hasta la fecha 200.000 víctimas mortales y en los próximos años podría provocar otros 93.000 fallecimientos, según denunció ayer Greenpeace en un informe en cuya elaboración han participado 60 expertos de todo el mundo. La organización ecologista denuncia los cálculos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que recientemente informó de que las muertes atribuibles al accidente eran sólo 4.000, y los califica de "mentiras para beneficiar a la industria nuclear a costa del sufrimiento de millones de personas", en palabras de Juan López de Uralde, director de Greenpeace-España.

El informe --que utiliza en parte cifras inéditas y en otras una refundición de varios estudios internacionales-- se ha publicado con motivo del 20 aniversario de la catástrofe, que se conmemorará el próximo día 26.

Según el estudio, 60.000 personas han muerto en Rusia y otras 140.000 en Ucrania y Bielorrusia de resultas de la explosión. Además, se esperan en los próximos años 270.000 nuevos casos de cáncer y otras dolencias atribuibles a la radiactividad (problemas en el sistema endocrino, inmunológico, reproductor y cardiovasculares, aberraciones cromosómicas), de las que 93.000 resultarán mortales. En este caso, según Greenpeace, se trata de proyecciones para las tres repúblicas del Centro Independiente de Evaluación Medio Ambiental de la Academia Rusa de Ciencias.

"El accidente de Chernobil demostró el peligro de la energía nuclear y su potencialidad catastrófica para la salud humana y el medio ambiente --dice Carlos Bravo, responsable la campaña de energía nuclear en Greenpeace-España--. No es posible plantear un nuevo modelo energético que dé cabida a la energía nuclear sin considerar previamente en profundidad las consecuencias que todavía estamos pagando por el accidente".

OTROS IMPACTOS Aparte del impacto directo de la radiación, subraya el informe, la población bielorrusa, ucraniana y rusa se ha visto seriamente afectada por la pérdida de áreas agrícolas, por los realojamientos forzosos de 350.000 personas y por el incremento del gasto sanitario derivado de los tratamientos.

De acuerdo con el estudio, entre 1990 y 2000 se documentó un incremento del 40% de todos los cánceres en Bielorrusia, con aumentos más altos (52%) en la región de Gomel. En Ucrania, el aumento fue del 12%, mientras que en la región rusa de Briansk la incidencia del cáncer se multiplicó por 2,7.

Una de las estadísticas más trágicas atañe al cáncer de tiroides. Sólo en Bielorrusia, prosigue Greenpeace en su informe, se han identificado unos 7.000 casos debidos al accidente (hasta 2004). "Las previsiones para el país hablan de entre 14.000 y 31.400 casos extra de cáncer en 70 años".