Opinión | Colaboración

Excurso sobre la ultraderecha

La palabra clave en su relato es la libertad

Vox trae al mitin de Vista Alegre al presidente de Argentina para animar el cotarro en la campaña electoral a las europeas y el libertario se dedica a soltar falsas premisas económicas y, de paso, meter jarana en el lodazal en que se ha convertido el ruedo ibérico. El argentino es un provocador que sirve al capitalismo multinacional desde un odio patológico al comunismo y, desde dentro de la Ultraderecha Internacional, según su propia declaración de intenciones, está en el empeño de librar una «batalla cultural» de un modo ineludible, en todo momento y sin fronteras para vencer al socialismo y a los «zurdos», que son «escoria, basura» según se les califica en sus medios de comunicación.

Lo que entienden por «cultura» esta gente de la ultraderecha radical y sin escrúpulos es un relato ideológico y teológico para cambiar lo que la gente común entiende como verdad y hacerles ver lo negro blanco, confundirle la experiencia diaria y la verdad histórica y hacerle comulgar con rueda de molinos. Es decir, alienarla. Y caiga quien caiga, desde la Sra. Gómez al sursumcorda. Aunque en España el objetivo es Sánchez, cabeza de turco y víctima propiciatoria, convertido en la maldad de todas las maldades y el «rojo» a batir, esta persecución ‘ad hominem’ es circunstancial: hoy es el él, ayer fue Zapatero y mañana tal vez no haya democracia.

La palabra clave en su relato es la libertad. Una libertad con muchos noes. No a la memoria democrática, no a cambiar el CGPJ, no al salario mínimo interprofesional, no a la inmigración, no al cambio climático, no al aborto, no a los LGBT, no a la eutanasia, no a las ONS, no a la sanidad pública de calidad, no al régimen de las autonomías, no a una educación pública exclusivamente laica, no a la contratación colectiva, no a los sindicatos libres, no a la Ley Laboral, no a eliminar la ley mordaza, no a las ayudas sociales y a las persona dependientes, no a la subida de impuestos a la grandes fortunas, no a solucionar pacíficamente el problema territorial, no al control de los bulos en los que son maestros...

Entonces, ¿libertad para qué, para quién? Pues para acabar con el Estado del bienestar y sustituirlo por un Estado tan mínimo que no quepan más que ellos, un amplio aparato policial y sus intereses. Y ya, sintiéndose libres, protegidos y graciosos, poder decir eso de «Me gusta la fruta», y a los otros les hará gracia porque no se refiere a sus madres.

En lo que están ahora centrados es en tomar el poder en una Europa que sienten demasiado liberal.

*Comentarista político y periodista

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