Opinión | Paso a paso

Vigilia penitente

«El Cristo se erige como un centinela de la fe, rodeado por la arquitectura que recuerda la eternidad de la tradición y la proximidad de la conmemoración»

Revisando el paisaje de la Plaza de Capuchinos, no cabe duda de que el Cristo de los Faroles aguarda la Semana Santa con la paciencia del mármol y la promesa de los ocho faroles que lo custodian. Esta creación de Juan Navarro León, inspirada por la devoción de Fray Diego José de Cádiz, se alza como un faro de espiritualidad que guiará las procesiones y los corazones penitentes en apenas dos semanas. El Cristo, envuelto en el blanco inmaculado y la cruz negra, es un preludio de lo que está por venir; una anticipación de oraciones y pasos que se repetirán como un eco a través de los tiempos. Este es el lugar donde la comunidad se congregará, transformando la quietud en un mar de fervor y devoción. En esta espera, el Cristo se erige como un centinela de la fe, rodeado por la arquitectura que recuerda la eternidad de la tradición y la proximidad de la conmemoración. La plaza se prepara, casi en susurros, para convertirse en el corazón palpitante de Córdoba, donde el drama de la Pasión se desplegará en cada paso de las cofradías. Mientras tanto, se impregna del silencio que precede a la tormenta de la devoción, un silencio que ya está lleno de las promesas de lo sagrado. La Plaza de Capuchinos y su Cristo, expectantes y serenos, se bañarán pronto en el resplandor de los cirios y el murmullo de las oraciones. Hasta ese momento, cada farol aguarda para brillar con su luz más pía, iluminando el camino hacia la redención y la esperanza que trae consigo la Semana Santa. Es en esta quietud que Córdoba encuentra su verdad más profunda, esa que reside en la pausa contemplativa antes de la celebración de su fe más arraigada. Este lugar, donde la historia se encuentra con la leyenda y la oración se funde con el arte, está a punto de tejer una vez más la narrativa de la Pasión, como ha sido y será, mientras Córdoba y su Cristo de los Faroles sigan en pie, testigos del paso inalterable del tiempo y del eterno retorno a los misterios de la fe.

*Mediador y coach

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