Opinión | GUADALQUIVIR

Bisiesto

En muchas ocasiones proclamamos que nos falta tiempo, para lo mucho que tenemos que hacer. Pues no se ande más, y 2024 nos regala un día para plantearnos cuántas cosas que pudiéramos empezar, mejorar o concluir en un día más. Un 29 de febrero, no es cosa menor; pensemos que no volveremos a disfrutar de esta gracia del calendario hasta 2028. Quedarse cruzados de brazos y no hacer nada interesante en 24 horas maravillosas lo vamos a lamentar.

Podemos iniciar un camino de seriedad, trabajando honestamente por la sociedad, por el prójimo, sin resquicios a la holgazanería y solidariamente con quienes confían en ti para un trabajo comprometido. No mirando el corto plazo, y tan solo, en la esperanza que en 2028 será nuevamente bisiesto. La cosecha que siembres este generoso día la podrás recoger dentro de cuatro años. Habrá quien te pregunte por los talentos y las oportunidades que se te han dado y no supiste aprovechar. Por ello, es de agradecer que hombres que han completado vidas tan comprometidas e intensas como José Miguel Salinas y Juan Ojeda dejaran sus cómodos descansos para ir al Ateneo de Palma del Río y reflexionar sobre la verdad del 28 de febrero de 1980. Y que ambos coincidieran en la necesidad del diálogo y el acuerdo entre los grandes partidos políticos.

Encomiable, que dos personas venidas de la izquierda y la derecha hablaran con naturalidad de la altura ética y política para desarrollar grandes ideas que nos afectan a todos. Con ese día y esas horas dedicadas al prójimo salvaron el año bisiesto.

En un sencillo gesto de visitar una exposición cofrade podemos descubrir la grandeza del diseñador Antonio del Canto y la bordadora Teresa Castillo. El primero, palmeño, y la segunda, sevillana, realizaron magníficos trabajos de diseño y bordados de piezas ornamentales del siglo XIX. Cajasol abre sus puertas en Sevilla a dos grandes del arte que dedicaron muchos años bisiestos a no perder ni un segundo en crear obras únicas, de una belleza singular.

Y volvió a ondear la bandera blanca y verde sin estridencias ni broncas. Con naturalidad, ajenas a nacionalismos trasnochados e ideologías totalitarias que abusan del palo de la bandera. Sin renunciar a la reivindicación y a las justas causas, lo andaluz transcurre por la tolerancia, el respeto, el trabajo y la dignidad que sabremos aprovechar con inteligencia cada día que nos regala la vida, y más si es bisiesto.

 ** Doctor en Historia

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