Opinión | No me digas...

Mariana o Mairena

«Las reconciliaciones, aunque hipócritas y de conveniencia presidencial, o al dictado de la diplomacia vaticana, están bien»

No hay que confundir Juan de Mariana con Juan de Mairena. Aunque a veces se mezcla lo virtual con lo real. ‘Urbi et Orbi’ se encontraron el otro día en el Vaticano esos dos argentinos que proceden de un país necesitado de una Transición como Dios manda. ‘Urbi et Orbi’ ofrecieron su abrazo el papa peronista Francisco (en el siglo, Jorge Bergoglio, hincha del San Lorenzo de Almagro) y el presidente libertario Javier Milei, hermano de la vicepresidenta, Karina, que es la que manda. Milei fue portero del Funebrero Chacarita Juniors, luego ha sido barra brava xeneize, y últimamente hincha por el River Plate, no es raro que alguien tan poliédrico y a merced del viento llegue a presidente de lo que sea, cuanto más de Argentina. Digo que Milei y el papa se dieron su mutua bendición ‘Urbi et Orbi’, abrazándose y palmeándose la espalda, y yo me fijé y no vi el brillo de ningún puñal. Francisco sonrió bobalicón («qué mirás, bobo»; ‘Messi dixit’), que es como los jesuitas, la más inteligente y zurda de las Órdenes, disimulan ambas cosas. Y vio Dios que el abrazo era bueno, como dice el Génesis. Las reconciliaciones, aunque hipócritas y de conveniencia presidencial, o al dictado de la diplomacia vaticana, están bien, sobre todo cuando el león había llamado «imbécil, sorete mal cagado y representante del Maligno en la Tierra» al Sumo Peronínfice (cargo que eligen unos ancianitos vestidos de colorines), a lo que este respondió, indirectamente, con un «payaso mesiánico» dirigido al presidente más votado de la historia del país rioplatense con casi catorce millones y medio de sufragios. Milei, a lo mejor, no distingue el Premio Juan de Mariana, del apócrifo y machadiano Juan de Mairena, pero al peronista de blanco le cuadraría bien la medalla de corcho con incrustaciones, rojas, de bacalao al Bocazas del siglo. No en vano a Yolanda Díaz le pidió recientemente que «no afloje», y al alcalde de Madrid lo definió como el «sucesor de la gran Carmena», además de haberse mostrado antaño comprensivo con alguna cosa islamista: «cuando alguien se mete con tu madre...». O sea, que en el pecado de la chulería lleva la penitencia de algunas opiniones.

*Escritor | @ADiazVillasenor

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