Opinión | el artículo del día

Dar al PISA ‘solo’ lo que es del PISA

¿Qué es, qué mide, qué nos enseña este informe internacional, para qué sirve?

El último Informe PISA (Programme for International Student Assessment) pasó de puntillas, al publicarse en diciembre, hasta que se produjo el anuncio de un plan estatal de refuerzo escolar en comprensión lectora y competencia matemática. Ante el revuelo creado y la frecuente alusión pública a este informe seguramente convendría plantearse algunas serenas reflexiones. No se trata tanto de hacer una «deconstrucción» de PISA, imposible en pocas líneas, sino de señalar varios puntos sobre los que raramente se pone la mirada para entender qué es, qué mide y qué nos puede enseñar para nuestro sistema educativo y para el quehacer diario en las aulas.

¿Qué es PISA? De entrada, hay que reconocer (y valorar) su calidad y rigor. Pero a continuación conviene recordar que es un informe de la OCDE, organización con un claro sesgo económico para entender el mundo. Por ahí vienen parte de las críticas, además de las que resaltan el negocio que reporta a alguna editora multinacional un examen tan amplio (el último, 690.000 estudiantes, 81 países) que requiere un costoso proceso de gestión. Incluso en este todopoderoso informe se cometen fallos: en la edición anterior (2019) hubo que paralizar la difusión de los datos en lectura por deficiencias en varias preguntas.

¿Qué mide? Las pruebas PISA miden más aptitudes que conocimientos, es decir, «literacias» (literacy) o capacidad para aplicar lo que se ha aprendido en lengua, matemáticas y ciencias; eso le da un carácter único, pero las pruebas no están directamente vinculadas al currículo escolar, por lo que sus resultados hay que leerlos con cuidado. Otras dudas e interrogantes. Sobre la elaboración de las pruebas estandarizadas: ¿son iguales (y tienen la misma dificultad) en todos los países? Sobre la muestra de participantes: ¿la extracción de alumnado (edad, nivel, etc.) es homogénea entre países y suficientemente fiable dentro de un mismo país? Sobre la realización de las pruebas: ¿no influye la diferente mentalidad (entre un oriental y un mediterráneo, por ejemplo) en la gestión personal del tiempo cuando se enfrentan a un examen contrarreloj?

¿Qué nos dice el último informe? A pesar de esas (y otras) críticas, hay coincidencia en que PISA, que ha mejorado mucho en cada oleada, sigue siendo una buena herramienta en lo descriptivo, aunque no tanto en lo explicativo. Vayamos a ello con los datos obtenidos en esta octava edición. ¿Por qué se ha producido un descenso generalizado en los resultados? La explicación primera hay que buscarla en el efecto de cierre de los centros educativos durante la pandemia. Habría que tomar nota. ¿Puede la «enseñanza a distancia» sustituir a la educación presencial? ¿Qué relación tiene el profesorado con las tecnologías aplicadas a la enseñanza? El propio Andreas Schleicher, impulsor de PISA, ya reconocía en Cuadernos de Pedagogía (julio 2022) que seguramente «la pandemia ha supuesto una pérdida considerable de aprendizaje». Y hace un requerimiento a la implicación de las familias. ¿El aula sigue siendo el único espacio de enseñanza y aprendizaje? ¿Qué resultados podrían esperarse del alumnado que no disponía (ni dispone hoy) de medios tecnológicos en casa ni de ayuda de sus familias (aunque quisieran) por carecer de recursos económicos y de formación para ayudarles?

¿Qué nos enseña? Los resultados de esta última edición no son catastróficos para nuestro país, aunque se produce otro descenso (no es el primero) a tener cuenta, sobre todo en Matemáticas: ¿será porque esa materia es la que más «ansiedad» social produce en nuestros estudiantes? Revisando los datos, se observa que varias comunidades autónomas obtienen buenos rendimientos, mejores que la media europea: «curiosamente» son territorios con un fuerte componente de centros en zona rural (y la inmensa mayoría públicos) y, además, con gobiernos de distintos colores políticos. ¿Tendrá algo que ver la baja ratio en sus aulas, lo que permite una enseñanza personalizada y una estrecha relación del profesorado con las familias? Seguramente sí. A lo mejor hay que ir cambiando de gafas: la pequeña escuela rural tiene tantas o más posibilidades y ventajas pedagógicas que el macrocentro (público o privado) de la gran ciudad.

Y una última cuestión añadida. ¿Para qué sirve PISA? Hay opiniones encontradas. Algunos análisis bien fundamentados (J. Carabaña, La inutilidad de PISA para las escuelas, 2015) llevan tiempo poniendo en tela de juicio el valor de esta evaluación internacional. Otros, por el contrario, la ponen por las nubes. Ni lo uno ni lo otro. Mal vamos si solo sirve para hacer una liga de países (y de territorios en España), pero puede ser muy útil para la toma de decisiones que contribuyan a la mejora de la educación.

No parece lógico santificar ningún informe internacional, por muy prestigioso que sea. PISA lo es, pero no es el único: hay otros diferentes (PIRLS, TIMSS, etc.) igualmente valiosos. En todo caso, siempre conviene estudiarlos con atención, pero sin aceptar ciegamente sus conclusiones ni reducir a un efímero titular decenas de profusas estadísticas y centenares de páginas de detallados análisis. En ese sentido, conviene recordar el Informe Coleman (1966) y sus dudosas consecuencias en Estados Unidos. Así que prudencia: dar al PISA todo su valor (que es mucho) pero «solo» lo que es del PISA.

* Vicepresidente del Consejo Escolar del Estado

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