Opinión | el triángulo

La paradoja de la Z

«La más joven de nuestras generaciones, la Z, se destapa con un comportamiento conservador en su parte masculina»

Que los hombres y las mujeres votan distinto es algo que se sabe desde los años sesenta y es algo que modifica comportamientos y discursos según cuál sea el voto que lo partidos quieran hacer suyo. Pero esa brecha en la forma de pensar y de votar tiene unas connotaciones muy singulares en la generación Z, en la que, según un estudio, las mujeres son más progresistas y los hombres más conservadores y reaccionarios, algo que sorprende porque estamos hablando de una generación cuya edad, para aquellos que puedan votar, está entre los 18 y 23 años, aunque alcanza hasta niños de ocho años. ¿Qué hay de preocupante en esta realidad por la que los hombres son más reaccionarios y conservadores, incluso ultraconservadores? Una que merece ser analizada y es que en ellos ha calado el discurso de la derecha y sobre todo de la ultraderecha en el que todo lo que tiene que ver con la mujer, el distinto o el inmigrante debe ser, si no castigado, sí devuelto a una realidad trasnochada en la que la mujer vivía a la sombra del hombre, casi sin derechos; los distintos eran encarcelados y bárbaramente perseguidos y el inmigrante cotizaba al alza como el exponente de todos los males posibles.

Ahora que no es pecado tocarse, ni comer carne los viernes o verle el cabello a una monja, cosas que sí estaban prohibidas en los años cincuenta y sesenta; ahora que podemos amar en libertad y que las mujeres siguen firmes en su revolución para que nadie dé un paso atrás y entre todos buscamos anclajes para que los inmigrantes alcancen una vida digna. Ahora que todo eso está más cerca, la más joven de nuestras generaciones, la Z, se destapa con un comportamiento conservador en su parte masculina porque dicen sentirse acosados por las feminazis que no les dejan hablar ni opinar, sin darse cuenta de que claro que les dejan hablar y opinar, lo que sucede es que no les gustan sus opiniones, porque ellos simplemente han sido educados de otra forma y quieren que ellas sigan siendo las princesas que sucumben a sus encantos.

Las cosas ya no tienen marcha atrás y eso es algo que conviene que todos aceptemos para poder vivir bien aquí y también conviene que entendamos que a nosotras siempre nos trataron como propiedad de alguien y de ahí esa frase tan perversa: «Detrás de un hombre siempre hay una gran mujer», nunca al contrario, siempre ellos primero. Y eso es fundamentalmente lo que a muchos hombres de muchas generaciones no gusta y los de la Z lo proclaman abiertamente.

*Periodista y escritora

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