Opinión | CAMPO Y CIUDAD

Guerra y PAC

Tras recorrer sendas y veredas agrícolas, dejando atrás campos y cosechas, cultivos, secanos y regadíos, caminos de tierra y servidumbres de paso, las divisiones, o ejército de maquinaria pesada, palas mecánicas y tractores principalmente, pertrechados hombres y mujeres del campo, con los efectivos que constituyen las armas de la maltrecha dignidad vilipendiada y mediando con la resolución de su entereza, blindados con la general y firme determinación, y enarbolando sus justas reclamaciones, que esgrimen escritas en síntesis en las múltiples pancartas que exhiben, entre banderas nacionales, avanzan perseverantes sobre las autopistas y carreteras asfaltadas que les conducen hasta las diferentes sedes, centrales y locales, de los europeos geopónicos departamentos ministeriales, donde se engendran y se aplican las aberrantes, deslavazadas e ideologizadas políticas agrarias comunitarias, la PAC, antes algo más rigurosas en la Comunidad Económica Europea, la CEE, y más tarde veleidosas, recortadas y enrevesadamente burocráticas de la Unión Europea, la UE, que tan sesgadamente atañen y últimamente en gran escala constriñen el desarrollo y el porvenir del sector agrario. En pie de guerra, pues la consuetudinaria paciencia de agricultores y ganaderos se ha agotado una vez más en casi toda la piel del Viejo Continente.

Todo ello añadido de un mal entendido y partidista nuevo ecologismo, blandido como un mantra engañoso y autocrático, que tacha al agricultor en general de destructor y mal conservador de la naturaleza, sin entender que es el primero y más consabido defensor del medio rural en donde vive, come y da de comer, pues el sector, este que defiende, es el que suministra a la trascendental industria agroalimentaria; y en España, más concretamente con producciones de alta y muy cualificada calidad, en cereales, hortofrutícolas, vinos, oleaginosas, aceite de oliva, y en ganado, porcino, el de tronco ibérico de forma sobresaliente, ovino, caprino y vacuno, el de leche y el de carne, sin menoscabar otras ganaderías como la caballar, verbigracia.

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