Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Informe Pisa y Eurovisión

Los supuestos expertos salen en la tele y dicen cosas tan obvias que sonrojan a quienes estamos en las aulas

El informe Pisa es como el festival de Eurovisión, nunca gana quien se espera o pierden siempre los mismos, y España queda a las puertas, salvo honrosas excepciones.

También se parecen en que los resultados se anuncian a bombo y platillo, como si de un circo se tratara, pasen y vean, y luego quedan ahí, sin que de un año a otro se planteen medidas.

Además, al igual que en Eurovisión, donde lo que menos importa es la música, en el informe Pisa la educación se rinde ante el espectáculo y la comparación, el y tú más o el tú menos, sobre todo entre comunidades gobernadas por partidos diferentes.

En el festival no gana nunca la mejor canción ni la mejor cantada, quizá porque los que opinan no tienen mucha idea, con lo que el paralelismo con el informe Pisa es evidente.

Siempre que leo los resultados, no puedo evitar sonreír, y eso que el panorama es desolador. Los supuestos expertos salen en la tele y dicen cosas tan obvias que sonrojan a quienes estamos en las aulas. Dicen, por ejemplo, como si fuera un hallazgo, que los resultados mejoran en aquellas comunidades en las que hay menos alumnos por clase y en las que se invierte más en educación, no en tecnología, sino en educación, repito, a ver si vamos a confundir la herramienta con la finalidad. Y no se les cae la cara de vergüenza. Y los docentes nos miramos espantados de tanta simpleza y volvemos a nuestros grupos de treinta alumnos, a enseñar matemáticas o lengua o a dar de leer, sin poder dedicar mucho tiempo a cada uno, casi echando de menos esos tiempos de la pandemia en que lo único bueno era la reducción de alumnos por clase que nos ayudó a hacer un poco más cierta la atención individual.

Pero pasará el informe Pisa, de los resultados se extraerá que hay que poner más pantallas, y más ordenadores, y no menos alumnos y más profesores, y volveremos a participar en el festival de Eurovisión sin haber aprendido nada, sin querer ver que si quieres ganar, tienes que invertir, no copiar modelos sino adaptarlos, y sobre todo, no poner a cantar a quien no sabe, solo porque sea una cara bonita o pseudomoderna.

Ya lo intentamos con el ‘chikichiki’ y así nos fue. Nos echamos unas risas, hicimos el ridículo y nos volvimos a casa, solo que ahora no estamos hablando de Eurovisión sino de educación, que empiezan y terminan con la misma letra, pero el contenido y la melodía son muy distintos.

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