Opinión | tribuna abierta

La generación Z llega al mundo laboral

Sabe que el talento joven, con su energía e ideas frescas, es escaso y que serán preciados

Hace unas semanas, una conocida ‘influencer’ explicaba en una red social la terrible experiencia de su primer día de trabajo: ¡una jornada de ocho horas, nada menos! Como buena ‘influencer’, obtuvo apoyo incondicional entre sus seguidores. Unos días más tarde, un colega mío se quejaba de la dificultad de cubrir algunos puestos de trabajo cualificados: le pedían los viernes libres y mucha más flexibilidad que el resto de trabajadores de la misma organización. En uno y otro caso estamos hablando de personas de la generación Z, nacidas entre 1997 y 2010; la que no conoce el mundo sin ‘smartphone’ o sin redes sociales, y que empieza a incorporarse al mercado laboral.

Cada generación viene marcada por los acontecimientos tecnológicos, económicos, políticos y sociales que va compartiendo según crece. A partir de ahí va construyendo valores y prioridades generacionales más o menos compartidas. En un país que envejece a marchas forzadas, las empresas ya están compitiendo en la captación y retención de talento, por lo que conviene a los departamentos de personal entender qué espera cada generación de un puesto de trabajo y prestar atención a las relaciones intergeneracionales. La diversidad por edad, aparte de la de género, también puede ser fuente de ventaja competitiva.

Actualmente, en el mercado laboral están conviviendo cuatro generaciones: la de los ‘baby-boomers’, la X, los ‘milenials’ (generación Y), y la que está entrando, la Z. La generación más antigua, los ‘baby-boomers’, está ya desapareciendo de la fuerza laboral. Se acaba una generación que, en términos globales, se sentía cómoda con las jerarquías, que tenía un gran sentido ético y que ha sido leal en su lugar de trabajo. Una generación para la que la seguridad laboral y el ganarse la vida era importante, y que ha tenido una proporción nada despreciable de adictos al trabajo y al prestigio que esta actividad puede proporcionar.

La generación posterior, la X, que se encontró con un sistema laboral ya más garantista, también se ha caracterizado por su materialismo, capacidad emprendedora, y la cultura del esfuerzo, pero, según indican algunos estudios, con una ética menos exigente que sus predecesores. En el lugar de trabajo valoran la posibilidad de aprendizaje y la autonomía. Los ‘milenials’, nacidos entre 1981 y 1996, son los que ahora se encuentran en una franja de edad en la que empiezan a acceder a posiciones de liderazgo. Esta generación valora tener un propósito laboral, pero también un buen equilibrio entre vida personal y vida privada. A menudo son juzgados como poco trabajadores por las generaciones más antiguas, pero cabe recordar que su entrada en el mercado laboral se vio afectada negativamente por la crisis financiera de 2008 y por un paro juvenil disparado que retrasó su emancipación, disminuyendo la lealtad y confianza en un mercado laboral que en ese momento les abandonó.

Y ahora la Z. Es la generación digitalmente más avanzada. Son personas impacientes, independientes y autosuficientes. Creen que la educación recibida no ha sido la adecuada y confían más en la capacidad de aprender por ellos mismos. Se informan por internet y no se separan de su ‘smartphone’. La impaciencia de esta generación va unida a poca capacidad de concentración (¡un estudio indica que la media es de 8 segundos!). También tienen dificultad para resolver problemas, porque les cuesta ponerlos en contexto. Los primeros estudios indican que serán leales en el trabajo, menos motivados por el dinero, pero que van a pedir flexibilidad, libertad personal y, sobre todo, que se les escuche. Prefieren reuniones colaborativas a las jerárquicas, abrazan la diversidad y confían en sus superiores si son transparentes y honestos. Es una generación muy sensible al cambio climático y prefieren proyectos que estén alineados con la sostenibilidad.

En definitiva, la generación Z se siente importante. Sabe que el talento joven, con su energía e ideas frescas, es escaso y que serán preciados. Son críticos, y seguro que lo serían con este artículo, pero puedo estar tranquila de que no me leerán. Demasiado largo.

* Economista y profesora en la Universidad Pompeu Fabra

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