Opinión | TORMENTA DE VERANO

Inteligencias artificiales y mercado global

No sabemos si la máquinas llegarán a pensar algún día, pero sí que ya pueden actuar como si pensaran

Aitana López es una joven barcelonesa de 23 años, influencer de notable éxito con su aspecto de modelo atrevida y vida fantástica, que cuenta con más de 107.000 seguidores en redes sociales que comparten sus viajes maravillosos, cenas y salidas en escenarios cotidianos, su vestuario de moda y complementos de diseño, sus aficiones o deportes. Incluso interactúan con ella a través de mensajes que son correspondidos. La novedad es que Aitana no existe, la misma es un personaje totalmente ficticio creado por una agencia de publicidad catalana que se embolsa más de cuatro mil euros mensuales, desde el «nacimiento» hace meses de la criatura por obra y gracia de la inteligencia artificial. Aunque eso, la inmensa mayoría de sus seguidores lo ignora. Tal vez nuestra Aitana llegue al éxito de la estadounidense Miquela, la reina virtual con más de 2,7 millones de seguidores: una chica robot que ha hecho campañas para grandes marcas y que, además, es capaz de cantar. Sofía es otro ejemplo: una modelo que tampoco existe, ni ha estado desfilando, ni de viaje por París, todas las fotos de su perfil de Instagram son falsas y creadas con inteligencia artificial, si bien acumula más de 129.000 seguidores. Es inteligencia artificial y también un negocio muy real. Y sólo son un botón de muestra del potencial de las nuevas tecnologías y de los riesgos mediáticos, informativos, culturales, etcétera que circulan por el espacio virtual.

Científicos, universitarios, empresarios, administraciones y todo tipo de agentes sociales asisten a múltiples encuentros para analizar los retos de este nuevo desafío que llega a nuestras vidas con el desarrollo de la ciencia. Tres congresos relevantes se dan cita estos días en Madrid, Alicante y Granada para debatir diversos aspectos de cómo puede afectar a la salud, la educación, el talento ó la seguridad.

La privacidad, el uso indebido de cantidades ingentes de datos ahora que Meta nos pide 12 euros por utilizar Facebook o Instagram a cambio de no usar tus datos, la veracidad en los textos y en las imágenes, los sesgos algorítmicos que se imponen, la concentración empresarial, el control del mercado con sus particulares reglas de infinitas ganancias o el control de los gustos o las modas, o la opinión pública y tras ella el poder... Los invisibles muros que encuadran una tecnología integrada cada vez más en la vida cotidiana. Recordamos cómo en la pasada primavera cientos de ingenieros, informáticos y líderes mundiales de potentes empresas como Apple, a través de un manifiesto pedían una moratoria para el desarrollo de los programas de inteligencia artificial hasta que no se tenga una regulación internacional que exija unos principios éticos y normas democráticas que pongan todo el desarrollo de la tecnología al servicio de la persona. Mientras Europa lleva trabajando ya dos años en una regulación a punto de cristalizar en un reglamento que suponga una regulación integral, aún no tenemos certeza sobre los riesgos, las consecuencias y las implicaciones que conlleva un desarrollo y una integración masiva de la inteligencia artificial en la sociedad. ¿Se pueden poner puertas al campo?.

‘Razones por las que seguir apostando por las personas’ ha sido el lema del Congreso recién terminado en Sevilla, que reflexiona en materia de recursos humanos empresariales, sobre cuáles son los cometidos intrínsecamente humanos y cuáles pueden automatizarse. Cómo reorganizar la estructura de perfiles laborales necesarios, de qué manera organizar la selección de personal, la formación continua ó el rendimiento.

La inteligencia artificial basa su funcionamiento en la posibilidad de crear máquinas capaces de realizar tareas complejas similares a la inteligencia humana que supone un salto cualitativo y sin precedentes en la historia de la humanidad. No podemos saber si las máquinas llegarán a pensar algún día, pero sí que ya pueden actuar como si pensaran, reto también para los juristas en doble vertiente: de herramienta de trabajo y de regulación y garantía de los derechos ciudadanos. Veremos.

** Abogado y mediador

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