Opinión | colaboración

Régimen informativo

Como todo el mundo sabe de todo, es un peligro mirar la pantalla del móvil, adentrarse en el proceloso mar de las redes o abrir un periódico. En cuanto te descuidas, te ha saltado un nutricionista sin título o un gurú sin estudios que te bombardea con variopintos consejos que harán tu vida más sana, pero mucho más extraña.

Como no tenemos riñones, nos anuncian productos desintoxicantes a precio de oro, y como no tenemos piernas para andar, nos explican mil trucos para perder peso solo con mentalizarte o gracias a aparatos sacados de la NASA, aptos para el entrenamiento interestelar.

Ahora lo peor son los hidratos, lo que envejece, lo que nos hincha, lo que nos impide ser felices. Nada de desayunar tostadas ni dulces, hay que empezar el día con proteínas, como hacían los hombres primitivos, que se alimentaban de bayas y carne, quizá por razones de subsistencia y disponibilidad.

De lo que todos estos expertos no hablan es de abstenerse de ver las noticias durante el desayuno. Nada de hidratos, pero puedes hincharte a contemplar cadáveres, bombas, hospitales arrasados y emigrantes al borde del colapso. Mientras te comes una triste tortilla de un huevo, puedes zamparte sin respirar las caras de angustia de la intrahistoria de las guerras: los ancianos, los médicos desbordados, las madres, los niños.

La desesperación que se ve en sus ojos no te envejece ni te hincha, solo te provoca un agujero en el estómago, justo donde nacen las náuseas, que es difícil llenar con una porción de tofu. Aun así, tienes que masticar despacio y tragar con cuidado.

La ausencia de hidratos te hará más feliz. La ausencia de noticias, también. Desayunar proteínas te convertirá en una sílfide; abstenerse de telediarios, en un zombi sin escrúpulos, pero al menos, estarás sano y delgado. Triunfaría un nutricionista que recomendara mojar en el té verde o en la leche de centeno la empatía, la solidaridad y la compasión.

Si por la mañana salimos con lo que nos convierte en humanos deglutido y digerido, nuestros días como autómatas nos pondrán en comunión con el mundo. No sé muy bien cómo vivir de espaldas al mundo te hará mejor persona, dejo la explicación a los expertos. Si te dedicas a contar hidratos sin contar con el resto de la humanidad, llevas ganado un agujero en el estómago menos, pero un hueco más en el cerebro y en el corazón, hasta quedarte vacío por completo.

** Escritora y profesora

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