Opinión | LA RUEDA

A setas o a Rolex

Se habló mucho de cómo Pedro Sánchez pensaba utilizar los seis meses de presidencia española de la UE para reforzar su imagen internacional y, de paso, tratar de recuperar su prestigio en España. Las elecciones generales iban a ser en diciembre, enero, incluso, si la legislación lo permitía. Y nada podía gustarle más al presidente del Gobierno que hacerse fotos durante esos meses con los mandatarios extranjeros, dado el elevado grado de narcisismo que le atribuyen sus adversarios. Nadie sabía, él tampoco, si más allá de engordar su portfolio esas instantáneas le podían aportar ni un voto más. A Felipe González tampoco le sirvió para mucho su éxito exterior cuando las cañas se le tornaron lanzas. Pero el 29M Sánchez demostró que, más que a las fotografías con gente importante, es aficionado a esos golpes de efecto que le han reportado éxitos en su carrera política. Así que tras quedar noqueado en las elecciones locales y autonómicas del día anterior, que se plantearon como un plebiscito a su persona, adelantó los comicios generales al 23J. De modo que la presidencia europea empieza en medio del agrio debate de precampaña, continuará en un clima aún más caldeado y nadie sabe cómo terminará. Nadie sabe siquiera quiénes serán el presidente y los ministros que en el último trimestre del año liderarán las reuniones que se van a celebrar por todo el territorio.

Se quiera o no, las elecciones del 23J son mucho más importantes que la presidencia de la UE tanto para el Gobierno, que se juega su continuidad, como para los partidos políticos, que aspiran a gobernar o al menos a sobrevivir con dignidad, y, por supuesto, para la ciudadanía, que sabe que de su resultado dependerá el futuro de su bienestar y sus libertades. No son unas elecciones normales, y se desconoce el grado de acritud que alcanzará la campaña, el resultado y también cómo afectará eso al desempeño de la responsabilidad contraída con Europa. No es el primer país que ejerce la presidencia en medio de un proceso electoral sin que ello genere grandes desperfectos. Tal vez algunos retrasos a los que la UE está más que acostumbrada. Pero eso no contribuirá al prestigio de España, ni al de Sánchez, ni a reforzar el papel de nuestro país en Bruselas. Pero, como dice el chiste, ¿a quién le interesa la presidencia europea cuando aquí estamos a setas y no a Rolex?

El Gobierno trabaja para impulsar algunas políticas urgentes que refuercen la Unión. Mantener la unidad ante la guerra en Ucrania, por supuesto, y lograrla en inmigración. Pero también fomentar la autonomía energética de la región más próspera del planeta, tan dependiente, sin embargo, de las importaciones de gas y petróleo, y avanzar en la transición ecológica, objetivo este último que no se sabe si comparte el PP. Deberían ser aspectos consensuados, aunque al final no cambie el Gobierno, pero Sánchez y Feijóo ni siquiera han hablado de ello.

* Periodista

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