Opinión | Economía con toque

De urracas y oniomanía

El bienestar económico de nuestra sociedad se sustenta en lo medio, sin más, algo que debemos proteger, sobre todo nuestros políticos

Me gusta la visión aristotélica de que la virtud está en el punto medio (ya lo he usado aquí alguna vez), algo que creo cierto e intento aplicar a mi vida buscando un equilibrio, incluso en lo económico. Siempre que se habla de un punto medio, obviamente, tienen que existir dos extremos, y si acercamos esto a la microeconomía y lo relacionamos con el gasto, podemos hablar entonces de rácanos y derrochadores. En mi caso he tenido casos cercanos de ambos tipos y la caracterización que voy a realizar se basa en mi experiencia, que puede ser distinta de la de otros. Así, los primeros son aquellos que prefieren no gastar, o mejor dicho no gastar bajo ningún concepto, convirtiéndose el ahorro, entendido como acumulación de capital, en un fin en sí mismo, por lo que el trabajo, como modo de ganar dinero, pasa a ser una obsesión. Además, creo que prefieren sacrificar bienestar suyo y de otros por trabajo (esto se denomina efecto renta) y acumulación de capital. Los segundos gastan todo lo que tienen e incluso más, pudiendo ser tendentes al endeudamiento, que en ocasiones les resulta difícil de pagar, y convirtiéndose el gastar incluso en un fin, independientemente de en qué se gaste, pudiendo sacrificar bienestar futuro. Desde lo social, creo que tanto los primeros como los segundos pueden tener tendencia a criticar a todos aquellos que no siguen su filosofía de vida, es decir, el se van a arrepentir de gastar porque en algún momento les hará falta frente al no saben vivir ni disfrutar; sin tener en cuenta que cada uno hace con su dinero, tiempo y vida lo que prefiera.

Realmente desconozco los resortes psicológicos en uno u otro caso, pero sí me he preguntado alguna vez qué es mejor para la economía. El ahorro es fundamental para cualquier economía porque si no no habría crédito y con ello no habría una parte del gasto ni inversión y, por otro lado, el gasto es fundamental o no habría consumo, por tanto, todo lleva a que se resienta el crecimiento económico. Probablemente si hacemos una distribución del gasto entre individuos u hogares, nos salga una curva normal donde tacaños extremosos y gastosos extremosos sean lo que se denominan datos anómalos o ‘outliers’, de modo que la mayoría estamos en la media o alrededor, pero y ¿si la mitad de la población estuviera en un extremo y la otra mitad en otro? Teóricamente, la mitad de la economía le dejaría el dinero a la otra mitad. Los primeros recibirían un rendimiento por dejar su dinero, que se acumularía en su mayor parte ya que tendrían bajos niveles de consumo; mientras los segundos pagarían ese rendimiento y tendrían que consumir casi por dos para mantener la demanda interna. A largo plazo, esto podría y casi seguro llevaría a una caída de la demanda interna e incluso deflación a nivel global, y a nivel particular podría llevar a una significativa acumulación de renta para aquellos a los que no les gusta gastar, independientemente del nivel de renta del que partieran al principio. De hecho, así es como hogares de rentas medias-bajas pueden llegar a niveles de renta medios-altos e incluso altos, aunque en este caso probablemente conllevaría una considerable desigualdad en la distribución de esa renta que haría que se resintiera el crecimiento económico.

A la economía parece que le gusta el equilibrio, como a Aristóteles, y para ella siempre suele ser lo mejor. Por eso, la necesidad de mucho ahorro medio y mucho gasto medio, pero no solo eso sino también de mucha clase media y mucha renta media. El bienestar económico de nuestra sociedad se sustenta en lo medio, sin más, algo que debemos proteger, sobre todo nuestros políticos. Esperemos que todos empecemos a cuidar a esa clase media y dejen de atacarla y exprimirla, aunque luego tengamos nuestros’ outliers’ de tacaños extremosos y gastosos extremosos...

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