Opinión | TRIBUNA LIBRE

Javier Martín / Pepe Campos / Fundación Bodegas Campos

Antonio Gala y Bodegas Campos

Antonio Gala firma un barril de Bodegas Campos.

Antonio Gala firma un barril de Bodegas Campos. / CÓRDOBA

Nos ha dejado Antonio Gala, ese genial dramaturgo, ensayista, novelista, periodista y poeta. Pocas personas atesoran un curriculum tan excepcional, que no glosamos, ya que otros colegas lo han hecho en estas mismas páginas. Lo que queremos es poner de manifiesto su relación con Bodegas Campos, ese amor que tenía por esta Casa y, a través de ella, su compromiso con Córdoba y Andalucía. En los últimos años, antes de poner en marcha su Fundación, en ella recibía a todos, daba sus ruedas de prensa y celebraba sus estrenos, en unas fiestas íntimas, siempre con el Pele, que le organizaba Paco Campos, con los actores y flamencos, como ocurrió con el estreno de Carmen, Carmen, con la grande Concha Velasco.

Y nada mejor que utilizar sus propias palabras que, desde 1993, lucen en un azulejo del patio de entrada:

Desde hace muchos años, cada vez que he vuelto a Córdoba, he vuelto también a las Bodegas Campos. Se trata de un lugar en que los cordobés aparece con su hermosa evidencia, y en el que se es recibido con una hospitalidad llena de afecto. Un lugar donde puede descansarse del ajetreo que tan mal le sienta a la ciudad, y que resume bien la sabiduría vital, la parsimonia y la secreta elegancia que caracterizan al auténtico carácter cordobés y no el contaminado. Sin las Bodegas Campos, la Córdoba de hoy no estaría completa: le faltaría uno de sus más firmes recordatorios. Entre el recuerdo y la esperanza, gracias, por eso de, de todo corazón”.

Lo anterior, al igual que la dedicatoria que decora una de las botas, Felicidad, refleja sus vivencias a las que tanto debe esta Casa y que, de forma extendida, llevó a cabo en el acto celebrado en el Gran Teatro el 9 de mayo de 2008, con motivo del centenario de la entidad, de la mano de su Alma, Paco Campos.

La amistad entre ambos comienza en su niñez y podemos considerar que son vidas paralelas, a las que el destino y su esfuerzo personal los convirtieron en intelectual y empresario. Sin duda, ambos dos grandes hombres. De hecho, Antonio acompañó a Paco cuando este último dejó Córdoba para abrir un establecimiento similar a Bodegas Campos fuera de la ciudad. Los dos se pusieron de acuerdo en que Málaga era el lugar, lo cual pone de manifiesto una visión de futuro que solo existe en las personas excepcionales, ya que no era, ni por asomo, lo que es hoy. El Pimpi, como Bodegas Campos, les deben mucho a ambos.

En esa época, Bodegas Campos era un lugar de referencia por su vinculación con la cultura, entendida en un amplio sentido: conferencias, lecturas poéticas, presentaciones de libros, exposiciones, así como música, en cualquiera de sus expresiones, en particular el flamenco. A la misma acudían intelectuales de la talla del propio Antonio; Pablo García Baena; todos los integrantes del Grupo Cántico, en especial Ricardo Molina, que vivía pared en la calle Lineros, y Ginés Liébana.

Todo ello lo retrató magistralmente José Infante, en su charla sobre Antonio Gala: un hombre aparte, y que el día de su santo organizaron las Fundaciones Bodegas Campos y Antonio Gala el pasado año. Relación fraternal que se continua con su Fundación, en particular, con José María Gala y Paco Moreno.

Nos ha dejado Antonio, pero nos queda su recuerdo imborrable. Únicamente queremos llevarle la contraria respecto de las palabras que pronunció en Málaga con motivo de la entrega de la medalla de su Ateneo: "Ese anticipo del paraíso que no voy a tener". Sin duda, lo tendrá, como todos los grandes hombres. Querido Antonio, un brindis con un buen Montilla-Moriles, ese vino que tanto celebrabas.

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