Diario Córdoba

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Carmelo Casaño

LA RAZÓN MANDA

Carmelo Casaño

La deliberada confusión

El portavoz del PP comunicó que suspendían las negociaciones para renovar los miembros del TC

Las locuciones y modismos que componen la fraseología del idioma español son abundantes, como lo corrobora el diccionario del académico Manuel Seco y su equipo de colaboradores. Dicha obra nos recuerda que la pretensión de reunir, de ensamblar dos ideas, o dos situaciones, o dos hechos dispares, incongruentes, contrapuestos, diferenciables o indebidamente relacionados es lo mismo que mezclar las ovejas churras con las merinas, o confundir la gimnasia con la magnesia y el culo con las témporas.

Eso último es lo que, deliberadamente, para cumplir los propósitos del núcleo duro de su partido, hizo el portavoz del PP al comunicar a la audiencia televidente que los conservadores suspendían -era la enésima vez en casi un lustro- las negociaciones con el Gobierno para renovar los miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo del Poder Judicial. Lo hacían -explicó- porque el embustero Sánchez va a modificar el delito de sedición para contentar a los independentistas catalanes. O sea, que barajando dos cuestiones heterogéneas, han decidido seguir vulnerando el mandato constitucional. Muy bonito, muy democrático y muy razonable. No cabe dudar que, con esos criterios a flote, deberían instalarse sin tardanza en la Moncloa.

Como la modificación del delito de sedición no estaba publicada al romperse las negociaciones, pensamos que, por lo menos, ha habido precipitación a la hora de encontrar una nueva excusa. Nosotros, que siempre hemos escrito que la modificación de las normas de comportamiento debería figurar en los programas electorales, estamos conformes en que, tal vez, no sea el momento para modificar el Código Penal, aunque solo se trate de adaptarlo a las legislaciones europeas, pero eso no debe impedir que de una puñetera vez se cumpla la Carta Magna en los nombramientos que, años y años, se dificultan con justificaciones que se aproximan a la burla institucional. Esa es nuestra leve opinión que tiene en cuenta una enseñanza debida a la sabiduría popular, recogida en la frase: que recomienda, para actuar lógicamente, no confundir el culo con las témporas.

Al oír las desarboladas argumentaciones de nuestros conservadores nos quedamos de piedra porque lo que dicen -anteriormente transcrito- linda con lo penalmente ilícito, ya que no otra cosa es la coacción, aunque se ejercite sin violencia física, pero intimidando al legítimo poder ejecutivo para que no haga lo que la ley y los reglamentos autorizan. Todo ello, erosionando, de paso, la propia Constitución y considerándose, para mayor inri, demócratas centristas.

Nuestra perplejidad es consonante con la de numerosos analistas de la cosa pública, los cuales atribuyen la inverosímil conducta de los conservadores a sus luchas intestinas; al deseo de que Feijóo endurezca su discurso y, si llega al gobierno, se coaligue con los franquistas de Vox que fueron compañeros de viaje hasta que, obedeciendo a Esperanza Aguirre, repudiaron a Rajoy; a la negativa de los halcones del PP a que el jurista Cándido Conde Pumpido pueda ocupar la presidencia del Tribunal Constitucional, como parece probable con la nueva proporción de progresistas y conservadores. Sin entrar en esas elucubraciones, pensamos que resulta absolutamente antidemocrático saltarse a la torera la Ley de Leyes, confundiendo para ello la gimnasia con la magnesia y el culo con las témporas, mientras practican una sistemática obstrucción parlamentaria que el diccionario de la Real Academia llama filibusterismo.

* Escritor

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