A la Vega del Guadalquivir se asoma impoluto, brillante y recién nacido el hospital de Palma del Río. La jornada de puertas abiertas fue una presentación del edificio sanitario tan luchado, esperado y admirado. Se dejó sentir el peso de Europa, las inversiones de los fondos Feder, los presupuestos de la Junta de Andalucía y la aportación económica, solariega y entusiasta del Ayuntamiento de Palma del Río, eco de los municipios de Hornachuelos, Fuente Palmera y otras localidades sevillanas. La comarca recibe al centro hospitalario como un viejo sueño, una constante demanda y el triunfo de personas que tuvieron clara la importancia y necesidad del hospital.
Una obra de la que hemos escrito con pasión y tesón, pues hemos tocado con las yemas de los dedos la intrahistoria de un proyecto donde lo épico y lo mezquino se cruzaron en tantas ocasiones que peligró su construcción. No ha sido un camino de rosas, si las hubo, también hubo espinas; y heridas profundas, de agoreros y demagogos que se conformaban con una reforma del centro de salud u otras historias para no dormir. Apuntalar una idea sobre papel y presupuesto costó más que levantar los cimientos y concluir, lo que aún, es inconcluso.
Este hospital ha tenido un largo proceso iniciado con los presidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves, José Antonio Griñán, Susana Díaz y ahora Juan Manuel Moreno. Ha sido gestionado por tres alcaldes, Salvador Blanco, José Antonio Ruiz y Esperanza Caro de la Barrera. Ha tenido el respaldo unánime de la Corporación Municipal, la aquiescencia de los sindicatos del sector, el empujón de la ciudadanía y el coraje de personas que levantaron la voz ante silencios e incomprensiones. La cinta que la corte quien quiera, pero por favor, que sea un hospital para la unidad y la salud todos los días de nuestra vida.
Al ver la gran titulación de la entrada, Hospital de Palma del Río, se comprende en las letras grabadas en la piedra a quiénes representa y sirve. Nunca un proyecto andaluz, sanitario, público y gratuito dijo tanto con su nomenclatura. Nos conjuramos para que fuese así, y se logró el mejor nombre que nos une a las gentes en los proyectos de progreso de una ciudad. Enhorabuena a toda la sociedad palmeña.
*Historiador y periodista
