Diario Córdoba

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Ricardo Rivera Pereira

CAMPO Y CIUDAD

Ricardo Rivera Pereira

Calor, fuego y sequía

Es posible que el exceso de calor corporal aplane y extenúe, cuando se soporta en gran medida globalizada en torno a los 40 grados de temperatura ambiental, con la merma de la capacidad de razonamiento y decisión de la persona física, aumentando la zonza mansedumbre ciudadana. Entonces es cuando todo cabe en un país abarrotado de sumisos cuán forzados borregos hechos a la resignación ovina. ¿Quién se adelantará o se arrancará, no obstante, y protestará con ahínco ante tanto desatino, ante tanta cometida barrabasada? Algunos tal vez, aunque sin éxito. Es fácil gobernar cuando los que ejercen el poder encuentran escasas trabas para imponer sus tesis, aunque abracadabrantes, llenas de errores y de sucesivas vacilaciones, improvisaciones, contradicciones y rectificaciones. Con la admonición de que el que no apoye los ucases gubernamentales se convierte en insolidario, derrochador y mala gente. De tal modo en estos días pueblos y ciudades apagan la luz y se tornan más oscuros y entristecidos, en sincronización generalizada con el porvenir de, sobre todo, su parte más joven, donde más se ceba el desempleo.

Dentro de esta panorámica desoladora, donde se unen calor, fuego y sequía, se ubica el agraviado sector agrario y el mundo rural, que sufren no solo su vaciado sino el ostensible abandono por parte del Estado y su administración, como verbigracia sucede con el muy notable y minorado interés dado en la Autonomía Andaluza, desatendiendo las tantas reivindicaciones de agricultores y ganaderos, llevada, al parecer, por intereses endogámicos y extraños, que no reacciona ante tanto desastre, con su mayorías parlamentarias de gobierno, en línea con lo que acontece en toda España.

Mientras tanto las cosechas merman, o se pierden, y el agua escasea hasta para el consumo humano, el bosque que se encuentra olvidado y desatendido arde, las ganaderías se extinguen poco a poco al tener que ir sacrificando las reses unas tras otras, los suministros se encarecen y disminuyen, a la par que las ayudas se entorpecen y menguan. El voto es mayormente urbano

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