Diario Córdoba

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Antonio Gil

PARA TI, PARA MÍ

Antonio Gil

Hinojosa exalta a su Cristo de las Injurias

Entre los pueblos cordobeses que exaltan las imágenes de sus crucificados, figura especialmente Hinojosa del Duque

A lo largo de la pasada semana, la liturgia de la Iglesia ha proclamado con fervor la «Exaltación de la Cruz», el pasado 14 de septiembre; el santo nombre de María, el día 12, y la memoria de Nuestra Señora de los Dolores, la Señora de Córdoba, que se venera en la plaza de Capuchinos, tan recoleta y poblada de silencios, con su peculiar aroma universal. La Cruz es «exaltada» en nuestros pueblos con intensa devoción, como cátedra de amor y trono de salvación. La Cruz en la que murió Jesucristo, hallada por santa Elena, la madre del emperador Constantino, instrumento de tortura y de muerte, fue convertida por Dios en instrumento de salvación. No nos salva ese instrumento de dolor, nos salva el amor que Jesús puso en ella, amor fiel al Padre y amor entregado a la humanidad. Entre los pueblos cordobeses que exaltan las imágenes de sus Crucificados, figura especialmente Hinojosa del Duque, donde la imagen de Castrillo Lastruchi, fue colocada y es venerada en una ermita, ubicada a dos kilómetros del pueblo, con la advocación de «Cristo de las Injurias». Repasando sus datos históricos, descubrimos que en este lugar existió otro templo de menor entidad, dedicado a santa Brígida. Y un hecho especialmente prodigioso: En el año 1734, es encontrado un crucifijo de pequeño tamaño en la puerta de esta ermita, que es llevado al clero del pueblo para que bendiga la imagen y le ponga una advocación. Tras una votación realizada sobre todas las invocaciones de la Letanía de Jesús, sacan una papeleta que dice: «Por las injurias que en tu presencia te hicieron...». El edificio actual fue terminado en 1887, gracias al celo y la cooperación del sacerdote don Francisco de Paula Romero Bolloqui, junto a las dádivas y limosnas de todo el pueblo. Tras el deterioro sufrido por la guerra, el entonces párroco, Juan Jurado Ruiz, llevó a cabo su reconstrucción, en los años cuarenta, trayendo la actual imagen de Crucificado, del taller del artista sevillano, AntonioCastillo Lastrucci, y una Dolorosa, que hoy se veneran. Este mismo año, se ha inaugurado una especial reconstrucción de la Ermita, tras varios años cerrada al culto, y se ha celebrado con gran solemnidad el tradicional Quinario, con motivo de su fiesta, que he tenido el honor de presidir, en unas eucaristías participativas, dedicadas cada día a las familias, a los grupos laicales, a los niños, a los jóvenes, a la Adoración Nocturna y a Cáritas. En cada homilía, he invitado a mis paisanos a mirar a Cristo crucificado, en una contemplación serena y gozosa, evocando las palabras de Santa Teresa de Jesús, a sus monjas carmelitas, ante un crucifijo: «No os pido que penséis mucho, tan solo os pido que le miréis»; les he invitado a que coloquemos siempre en nuestros labios y en nuestro corazón, los tres «besos» de un cristiano, --los que el sacerdote coloca en el altar en la celebración de cada misa--, «el beso del amor a Dios y a los hermanos», «el beso del compromiso y la fidelidad a la Palabra de Dios», «el beso de la gratitud a tantos dones y gracias»; les he prevenido de esos tres «olvidos» que nos acechan: «el olvido de Dios, del prójimo y de nosotros mismos»; les he propuesto, lo que el papa Francisco nos recomienda para esta hora: «escuchar a Dios, curar heridas y dar calor al corazón»; les he pedido que escuchen las «preguntas» que nos hace Jesús a cada uno de nosotros, las mismas que hizo a Bartimeo, al paralítico, a la Magdalena: «¿qué quieres que haga por ti?». Y en el último día del quinario, quise que todos escucháramos la «homilía» que la Virgen pronunciaría desde el altar de Dios: «Cumplid la voluntad de Dios , como yo con mi «Hágase»; «acompañad a los necesitados», como yo, con mi visita a mi prima Isabel; «haced siempre lo que mi Hijo Jesús os diga». Hoy, domingo, se celebra, en Hinojosa, la fiesta principal del Santo Cristo, con ese «encuentro» entre Dios y su pueblos, que tan hermosamente recoge su himno: «Gloria a Ti, Santo Cristo Injuriado, hoy de nuevo en tu cruz de dolor, bendecido serás y adorado, por un pueblo rendido a tu amor». 

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