Diario Córdoba

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Marisol Salcedo

ESCENARIO

Marisol Salcedo

Cuerpos

Casi nadie confiesa ver Supervivientes, ese formato televisivo grabado en Honduras, que muestra el día a día de dieciséis personas famosas -van siendo expulsadas una a una semanalmente- de variada edad, sexo y condición, que durante tres meses permanecen en una isla viviendo situaciones extremas, zarrapastrosos, comidos por los mosquitos, durmiendo en la playa a la intemperie, sobre la arena, sometidos a las inclemencias climatológicas, sin poder ducharse con agua dulce, con el jabón racionado y compitiendo en juegos físicos bastante absurdos. De los juegos mentales es mejor no hablar, sobre todo cuando tienen que escribir: letras casi ilegibles, faltas de ortografía garrafales... Pero lo peor de todo, por lo que vemos, es el hambre que pasan. Hambre de verdad. Pura necesidad. Por todo ello les pagan y bien.

En la civilizada y organizada sociedad del primer mundo en el que afortunadamente vivimos, siempre mejorable, tenemos ciertos recursos para paliar el hambre mayúscula. Por eso resulta curioso ver sus efectos que, padecidos por los famosos, dan más morbo. Los concursantes, al principio, se muestran animados, pero después de la lucha por hacer fuego, partir cocos, que es la cosa más difícil del mundo y que, además, también están racionados, comer las exiguas raciones de arroz y legumbres que les proporciona la organización y el poco pescado que pescan, empiezan a cansarse y discuten por todo, especialmente por la comida y por las nominaciones que se hacen entre ellos para eliminarse. El otro día una concursante aludió a las prótesis mamarias de otra, y ésta al enterarse dijo, señalándoselas, que sus prótesis no estaban nominadas. Aquello daba un poco de miedo, porque habló de ellas como si tuvieran vida propia e independiente y fueran dos concursantes más.

Para mí lo fascinante y lo que más me gusta es observar la rapidez con la que adelgazan. La cuestión tiene su gracia, porque estos famosos son los mismos que se someten a carísimas liposucciones o pasan un par de semanas en Marbella, en clínicas igualmente caras, especializadas en adelgazamiento, donde los matan de hambre para hacerles adelgazar cinco o seis kilos. Los beneficios de la estancia en Honduras fueron bien alabados por el torero Rafa Camino, que concursó en la edición de 2015 y perdió treinta kilos, cuando se refirió al cambio experimentado: «Voy a salir de aquí delgado, moreno y con pasta, ¿qué más quiero?.»

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