Diario Córdoba

Diario Córdoba

Ana Castro

Ser la mujer de un carnavalero

Hace unos años ni sabía que existía un Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) -que este año se celebra en mayo- ni que había un Teatro Falla ni entendía el Carnaval más allá de como temática para disfrazarse y hacer fiestas en la época del año correspondiente. Sí que había chirigotas y esas cosas pero eran algo totalmente ajeno a mi existencia -ya mi padre se ha pasado toda la vida diciendo que su hija no tiene sentido del humor-. Pero he aquí que me fui a casar con un carnavalero de los de verdad, de los que lo lleva en la sangre y no se pierde ninguna sesión del COAC (ni en las eternas preliminares) y se lleva disfrazando toda la vida con su familia.

El primer año de nuestra convivencia durante la época del Concurso lo pasé fatal. Cada vez que volvía a mi casa del trabajo había puesto carnaval en la tele y así hasta las 1 am. Horrible. Aprovechaba todas las ocasiones que podía para escaparme con mis amigos y ellos, perplejos de que yo hubiera ido a parar con un carnavalero, me compadecían. Llegué a replantearme si podría vivir con ello para siempre. Admito que no lo tuve claro y que aún cuando llega esa época del año tomo aire y estiro mi paciencia más que un chicle.

Lo siento, es superior a mis fuerzas: lo de ser carnavalera no va conmigo. Llevo intentándolo -con tesón, eh- cinco años pero... Imposible. Eso sí: ya me sé perfectamente su funcionamiento, conozco a los principales autores y he aprendido a valorar que, efectivamente, es un arte y, como todas las disciplinas artísticas, puedes conectar con ella o no, pero merece respeto.

Así que cada sesión yo, haciendo ejercicio de todo mi amor y voluntad, me siento en el salón a su lado y me trago las 5h de carnaval diarias. Ya hasta opino y hago comparaciones con agrupaciones de otros años -mis amigos alucinan, claro, y mi padre ya...-. De hecho, hasta tengo mis chirigotas y comparsas preferidas y me sé trocitos de repertorios. Ahora que, lo que más me ha fascinado de toda esta sumersión profunda en el mundo carnavalero ha sido descubrir que es el único lugar de este país donde se ejerce verdadera crítica política y social -nada que ver con los medios- sin tapujos ni eufemismos y eso merece ser blindado y protegido como oro en paño. Desde aquí les invito a hacer una incursión en ello. Puede que les sorprenda que verdades como puños solo se digan públicamente en ese escenario.

Compartir el artículo

stats