Creo en el amor verdadero y fiel, en los mensajes políticos buenistas, en la palabra del amigo y en los Reyes Magos. Y así me va. Pero nunca mejor que en este inicio del 2022 para mantener esa fe, especialmente en lo que a Córdoba se refiere.

Y es que Córdoba ya escribió su carta a los Reyes Magos, quizá incluso hace décadas, pidiendo siempre un mismo tipo de juguete: alguno que permita su desarrollo económico. La cuestión es que ya nos han dicho que los regalos, ganados a pulso porque hemos sido niños muy buenos, están en las alforjas de los camellos. Uno de esos presentes es lo ‘último de lo último’ en tecnología y logística: la base militar. El otro, es el regalo que siempre hemos pedido cada año, desde que apostábamos por ser Capital Europea de la Cultura 2016 ante la falta manifiesta de más oportunidades: se trata de unos ‘Juegos Reunidos Geiper’ de la industria cultural, que tendrían como elemento principal los fondos de la Fundación Arte Contemporáneo Thyssen-Borsnemiza (TBA21) para nuestro poco aprovechado Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), además de un proyecto dotado con un cuarto de millón de euros para ‘Córdoba Ciudad de las Ideas’, la recuperación de los baños árabes de La Pescadería, la puesta en valor definitiva de La Sinagoga, musealizar el castillo de Belalcázar, darle a Ategua un mínimo de la dignidad que se merece, más recursos para Medina Azahara, replantear el yacimiento de Cercadillas... Todo ello se sumaría a Cosmopoética, Utopía, Flora, nuestro actuales museos... Juguetes en ocasiones de hace años que habría que mimar más para que no se rompan porque tenemos pocos y nos quedaríamos sin diversión alguna.

Y disculpen que abuse tanto de la comparación de una carta a los Reyes Magos con estos proyectos de desarrollo. Pero es que, si se fijan, aún no se ha movido ni una palada de tierra en La Rinconada ni se ha colgado un cuadro de los previstos en el C3A. Con el agravante de que si en el proyecto de la base logística el desarrollo es cuantificable, medible y constatable como en toda iniciativa tecnológica, más difícil es ver los avances y los réditos que dejan los proyectos culturales, sobre todo si no tienen una base popular, como cuando Leo Brower ‘sacaba’ a la Orquesta de Córdoba a los barrios para despertar la curiosidad y las pasiones de los vecinos hacia la música, sembrando cultura popular desde la borda del buque insignia de este arte en Córdoba. Porque en cuestión de cultura, no todo vale. O por lo menos, no todo vale lo mismo y no podemos permitirnos ningún fracaso más desde la decepción, como el de la Capitalidad Europea de la Cultura Córdoba’2016, o porque no se entiende lo que es una ‘cultura cercana’, como con el fallido plan de revitalizar socioeconómicamente los barrios del Plan Urban Sur a través de un impulso la industria cultural.

Pero insisto: creo en los Reyes. Y sobre todo este año tengo fe en los Magos de Córdoba. Lo único que cuestiono es la capacidad que tienen los camellos de su caravana para no perderse, para hacer que sus Majestades de Oriente lleguen a tiempo o, incluso, que simplemente lleguen.

Hay que meterle prisa a la caravana real y, si es menester, salir a su encuentro y coger las monturas por las riendas. Que ya digo que hemos sido muy buenos y no nos merecemos más carbón.