En los días de confinamiento y pandemia, con motivo del covid, estuve releyendo y hojeando algunos libros y, no sé por qué, empecé por repasar algunos de filosofía. En este tiempo leí pocos libros nuevos, entre ellos el texto de filosofía de T. Calvo Martínez y J.M. Navarro Cordón, del bachiller de uno de mis hijos que me apareció entre los míos, y, en un solo volumen, la síntesis de la «Historia crítica del pensamiento español» de José Luis Abellán (7 volúmenes).

Me gusta la Filosofía, tal vez por aquello de que la filosofía, de philein (amar) y sophía (sabiduría), supone amar la sabiduría, afán de saber, y cuantos más años tengo, más quiero saber. La palabra filósofo se atribuye a Pitágoras, y la filosofía, como saber racional, surgió en Mileto (Asia Menor) hacia el siglo VI a.J.C. Sus autores, según la tradición, fueron un grupo de pensadores jonios de la llamada Escuela de Mileto. Pues bien, después de lo vivido y aprendido durante toda mi vida, y ya es larga, en estos días estoy ejerciendo como filósofo (perdón por la inmodestia). Estoy ejerciendo esa «actividad intelectual», cómo describe F. Savater a la filosofía: esta actividad me hace meditar sobre mis conocimientos y experiencias vividas. Imitando a un prestigioso profesor (anciano cronista), diría que soy un anciano lector y pensador.

A la vista de esta pandemia que sufrimos, y sin olvidar otros peligros que asolan y amenazan a la humanidad (cambio climático, guerra nuclear, desigualdad, pobreza, ...), creo que es necesario potenciar las instituciones internacionales que existen y, además, crear otras nuevas que protejan y defiendan a toda la humanidad. La globalización ha sido, fundamentalmente, económica, pero ¿existen instituciones que garanticen y protejan los derechos humanos a nivel internacional? Se podría decir que sí, pero o no son suficientes o no son efectivas, esto es, no tienen poder ejecutivo.

No se puede tratar este tema sin empezar por poner en el papel, y recordar, los dos documentos más importantes en la historia de la lucha por los derechos humanos y la dignidad: la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, producto de la Revolución Francesa, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, consecuencia, tal vez, de los horrores vividos por la Segunda Guerra Mundial.

La palabra «humanitas» aparece en el Derecho Romano y según Schultz, en su obra ‘Principios de Derecho Romano’, se quiere dar expresión al sentimiento de dignidad y de sublimidad que son propios de la persona humana. La humanidad no nos viene dada por la biología, nos dice Jose A. Marina, la biología nos proporciona la especie zoológica, y lo que necesitamos construir es la humanidad como categoría ética. En las Convenciones aprobadas en La Haya en 1899 y 1907, por primera vez, se habla de leyes de humanidad, al fijar normas sobre los crímenes contra la humanidad.

La globalización económica es un hecho, la otra, la que garantice los derechos humanos en toda la Tierra y a todos sus habitantes, va más lenta. Hay autores que han estudiado y trabajado sobre una Constitución universal que suponga, y signifique para nuestro planeta, lo que las diversas constituciones para sus respectivos países. Luigi Ferrajoli, juez y profesor de Filosofía y Derecho en la Universidad de Roma, y uno de los principales teóricos del garantismo jurídico, manifiesta que asistimos a un proceso deconstituyente del derecho y de los sistemas políticos, como también asistimos al desarrollo de poderes económicos muy grandes y potentes, desregulados y salvajes.

Ferrajoli propugna un constitucionalismo más allá del Estado. La ONU, que nació para promover y defender los derechos humanos, es la única organización de carácter planetario y, por ello, es la Institución que tiene autoridad moral para promover una Constitución de la Tierra. Sería lo deseable, pero el poder decisorio no está en la Asamblea sino en el Consejo de Seguridad, donde cinco de sus quince miembros tienen derecho de veto.

Esperemos, al menos, que el proyecto de Constitución Europea, cómo Ley fundamental del futuro Estado Europeo, que ya fracasó un intento, podamos verla y sirva de estímulo y ejemplo a la Constitución de la Tierra.

 ** Administrador Civil del Estado, jubilado