La juventud suele tener la falsa sensación de que se encuentra excluida de la esclavitud del tiempo, sin que le aturda. Sin embargo, más adelante, conforme pasan los años, acaba entendiendo todo lo contrario, aunque no pocas veces cuando ya es tarde. Si bien nunca será demasiado tarde. Después, incluso ante la llegada de la senectud, esas elucubraciones se modificarán, y no porque evolucionen sus razonamientos sino porque se anquilosan, y por tanto se degradan. Antes, la elocuencia, la que otrora fue pujante retórica, la dialéctica que era capaz de solventar con cierto éxito las trabas engendradas mediante irreflexivas conclusiones, e incluso los tiránicos y hasta crueles compromisos contraídos en épocas críticas a través de vanas ensoñaciones, ya no surten sus deseables y positivos efectos merced a ese apoltronamiento aniquilador y conformista, que finalmente deriva de la relajación de la antaña intrepidez, y del valor de aquel que nunca se dejaba sucumbir por la imposición irrefutable.

Y es que el tiempo siempre realizar su pérfido trabajo. Para esa misión existe, que no es ni vana ni baladí la tarea que tuene encomendada por la Naturaleza. No obstante, a veces acontece que ciertos espíritus se mantienen sanos, fogosos, inquietos y rebeldes, o hasta ciertos extremos privilegiados, ante esa cronológica componente dictatorial, aunque se estrellen contra la realidad desnuda. Que ultimará imponiéndosele, cuando la experiencia acumulada adquiera su preeminencia para conformar ciertos comportamientos y reacciones, antes adversas contra lo aparentemente falso e incontrovertible, contraponiéndoles las soluciones más prudentes y eficientes, o más sensatas, que es cuando todo se vuelve del revés y las debilitadas personas, incluso físicamente, se conforman y se dejan arrastrar por los absurdos más insostenibles.

Es algo que infortunadamente sucede. Desilusiona de personas en las que antaño se apreciaban excelsas cualidades. El ser humano está hecho del caos que conforma el mundo, con el detritus ardiente de las estrellas, con el material que nos gobierna.