La capacidad delos cordobeses por discutir de todo (sabiendo o sin saber del asunto, eso es lo que menos importa) y la de dividirse en dos, tres o mil colectivos no tiene parangón.

Nos encanta llevarle la contraria a los demás y hasta a nosotros mismos casi como un deporte local, como una seña de identidad más allá del senequismo (esa corriente filosófica en Córdoba de quien no ha leído a Séneca y después... a ninguno más), y si me apuran, como una magnífica excusa para, entre discusión y discusión con los otros o a nivel interior, no hacer nada. Y así nos va.

Salvo en cuestión de arte. Y no sé por qué. Quizá sea porque en cuestión estética Córdoba da una sensibilidad especial. Pero en cuestión de arte siempre se debate y se debatirá en Córdoba. ¡Faltaría más con nuestro carácter!... Pero no se discute. No se pelea. Al menos, no se ataca con esa vehemencia y ánimo destructivo que da la impresión que prevalece en el resto de facetas sociales, económicas, laborales...

Miren el reciente ejemplo de esos Patios de Córdoba con toda su belleza popular, que en su primer fin de semana de apertura extraordinaria en octubre coincidió con Flora, nacida como contrapunto desde el arte floral contemporáneo a los Patios. O ese C3A presentando una instalación como contrapunto desde la vanguardia al contrapunto de Flora, o todo ese programa complementario de 80 actividades paralelas del programa del Centenario de los Patios y Flora 2021 a cual más diverso y ‘contrapunteante’... ¿Y hubo alguna riña? Pues no. Ya digo que en Córdoba en cuestión de arte nadie estará de acuerdo... Pero no se pelea. Se respeta. Se aprende.

¿Qué hay proyectos como el de la base logística del Ejército en el que no hemos necesitado arte para alcanzarlo? Bueno... es solo uno, y tampoco estoy de acuerdo en que no ha sido algo artístico. En primer lugar, para presentar la candidatura se creó en pocos días un ejemplar bloque compacto entre instituciones, colectivos, agentes sociales y administraciones, algo para lo que quizá nos sirvió de entrenamiento aquella fallida candidatura para la Capital Cultural Europea del 2016 a la que se le echó tanto arte aunque fracasó. Sin embargo, con la base logística pesó la bella situación estratégica que ya habían apreciado los romanos para fundar Córdoba (eran unos artistas, sobre todo cuando se trataba de logística militar) y el esfuerzo de cofinanciación del Ayuntamiento cediendo terrenos y poniendo sobre la mesa 28 millones de euros. ¿O 28 millones de euros no tienen arte en sí mismos? ¡Un montón! ¡Pura poesía!

El caso es que cuando los cordobeses nos tomamos nuestro tiempo para, en vez de derribar, añadir desde nuestras humildes capacidades algo más a lo ya bueno realizado por otros... triunfamos. Y si encima coincide que tenemos dos duros en el bolsillo... Ya ni les cuento.