IImpresiona verlos en sus burbujas de cristal de psicópatas irisaciones. Ajenos a la realidad, se han fabricado un mundo con la rara habilidad de hacer que millones de seres humanos contemplen los reflejos de la luz de sus enormes pompas de jabón como si sacaran algún provecho también. En el mundo virtual que padecemos, donde cada quien se inventa una realidad que difunde traducida en gigabytes de felicidad aparente, el espejismo en el que vive esa gente supera todo lo imaginado y, sin embargo, ejercen una especie de hipnotismo de difícil catalogación. Hay muchos ejemplos, podríamos comenzar con esos multimillonarios en calzón corto -pongamos Leo Messi, Sergio Ramos, y muchos más- que, habitantes de un mundo aparte de riquezas sin cuento y horteradas de lujo, creen que percibir incontables millones aun rebajándose el botín es un acto de inmarcesible humanidad que el globo terráqueo está en la obligación de admirar, y encima lo adornan con cocodrílicas lágrimas de desconsuelo.

Su burbuja la inflan millones de labios que jamás pensarán en la aberración de todo ello. Podríamos seguir con políticos de toda clase y condición, sobre todo cuando están en el ejercicio del poder. Disfrutar de bienes públicos y patrimoniales para vacaciones o viajes privados, vender al común éxitos que saben que no son sino fracasos, y hacerlo con una sonrisa y palabras grandilocuentes mientras el ilustre senado aplaude con las orejas desde el gallinero, se debe a que su burbuja de cristal es igualmente hipnótica y adictiva. Qué decir de aquellos miembros por cuyas profesiones en tiempos pretéritos la autoridad negaba el enterramiento en sagrado y se les excomulgaba por sistema, cómicos que enterraron su humildad en el polvo de las leguas de los caminos y se han convertido en propietarios de la opinión, de la moralina, del descaro y la ignorancia mientras la plebe comulga solo porque los ve en pantallas y escenarios. Y todo ello, a pesar de que bien sabemos que las burbujas acaban estallando tarde o temprano y que, al final, los que las lustran con su falta de criterio, son los primeros a quienes alcanza la onda expansiva de dicha explosión.

* Escritor | @ADiazVillasenor