Llevo tiempo sin saber de usted -me dijo mi amiga Jacinta al acercarme a su puesto de verduras-. ¿Se encuentra bien de salud? ¿Le han vacunado? -y asentí con un leve movimiento de cabeza-. Y, entonces, ¿no ve lo que está pasando? No le leo -me recriminó-.

Callé.

-Pues, mire usted, yo no sabría ni por dónde empezar. ¿Qué es la actualidad? Las elecciones en Madrid, los botellones, la dimisión de Iglesias... Todo eso es agua pasada, pero cualquier día da para llorar. Y, ¿sabe?, no es tanto ese muchacho negro llorando y consolado por la joven voluntaria de la Cruz Roja en la playa de Ceuta lo que me hace llorar a mí, sino que haya mal nacidos que denigren esa imagen de humanidad. ¡Y lo del guardia civil salvando al bebé! ¿Cómo explica usted esto? ¿Cómo explica que seamos el primer país en donantes de órganos, el primer país que trasplanta con éxito un corazón que ya se había parado y con grupo sanguíneo del donante incompatible con la niña receptora Naiara, y tengamos corazones negros que se dicen españoles? ¡Por favor! ¡Dónde se ha visto un país así! Dígame.

-’No comment’.

-Ah, muy bien. A usted le interesa más el aspecto político del caso. Pues métale mano. Hambre y miedo mandan a los negros y a los blancos que se echan a las aguas de esa playa. Yo no entiendo de política, ni de diplomacia, pero sé que hay un derecho internacional de inviolabilidad de las fronteras y una resolución de la ONU sobre el Sáhara y que Marruecos y la administración Trump se han saltado los dos derechos a la piola y que Biden está en lo alto de la tapia. Porque estará de acuerdo en que a la veleta la mueve el mismo viento. ¿O no?

-‘No comment’.

-O sea, ¿que nos alienamos en contra de las resoluciones de la ONU porque lo hacen los EEUU? ¿Que nos tragamos los daños colaterales y a limpiar las playas? Ah, claro: nuestro error es no beberle los vientos a los americanos. ¡Cómo no me había dado cuenta! Eso es hacer política, diplomacia inteligente. Se lo he oído a la derecha de este país para atacar al Gobierno. Y todos recordamos la Marcha Verde y tememos los referéndums de cualquier género. Y ya sé que existe la geoestrategia, la geopolítica y la geografía que llega hasta Israel. Pero también la aritmética y, en este caso, lo que ellos suman a nosotros nos restan. Para los EEUU, ¿qué importa quién controle el Estrecho si los dos son aliados? Por eso el asunto es «una cuestión interna» o «una crisis migratoria». Es lo que se lee en su prensa. Y que se mojen «ellos». Pero yo me pregunto: ¿no somos soberanos, europeos, no podemos decir: «Yo admito en mi casa a quien a mi me da la gana?» No, señor, eso no es la diplomacia. Hay que ir a la Casa Blanca (no humillarse ante Rabat) y rogar: «Porfa, mister Presidente, no levante la arena del desierto que nos asfixiamos». Creo que ya han mandado parar el simulacro... ¿Pero, oiga, usted qué dice? - me espetó irritada Jacinta.

-¿Yo? ‘No comment’.

-¡Y dale con el no comment! Pues, sí, para ser comentarista político, comenta poco.

 ** Comentarista político