Hoy es el Día de la Familia. Fuera de politicismos, porque una familia es lo que un grupo de personas dice que son, independientemente de la sangre o la tierra, es motivo de fiesta y alegría, porque hoy es el día de esa red en la que caernos una y otra vez sin hacernos daño y contando con ayuda para levantarnos, apoyo y cariño.

Antes sobrevaloraba la sangre lorquiana y las tardes en un patio encalado con jazmines y buganvillas. Ahora sé que la sangre puede causar una septicemia y la muerte. Por eso cuando pienso en familia la imagen que se me viene a la cabeza es la de horas al teléfono o en la cama con una hermana elegida porque el dolor me deja moverme o la cara de ilusión de mis sobrinos ante playmobiles gigantes y gusanitos. Y adoro esa estampa, aunque siempre estén de fondo las ‘Cuestiones de familia’ de Love of Lesbian convertidas en toda una Lucha de Gigantes, porque sí, casi todas mis frases «acaban en cuestiones de familia que se evitan una y otra vez».

En mi opinión, quienes dieron con el término más preciso para definir una familia fueron Los Planetas: Zona autónoma permanente. Ya está, eso, así de simple: un espacio independiente del mundo en el que amarse y celebrarlo un día y otro, un «porque yo estaría dispuesto,/ fíjate lo que te digo/ a quemar el mundo entero/ si no puedo estar contigo,/ si no nos dejan querernos».

«La luna, tú y yo expectantes,/ a que pase a que pase algún cometa o baje un platillo volante» en la voz de mi sobri Luna imitando a Iván Ferreiro porque se sabe ‘Turnedo’ de memoria con apenas 4 años. También, ‘Una llamada a la acción’ de Sr. Chinarro persigiendo a mi pareja por el piso y mecer a mi gata al son de ‘Muero de amor’ de La Bien Querida. Por supuesto, todo lo que hemos bailado en familia en festivales en Santander cantando a voz en grito y tantas canciones de Sabina (juzgadme) compartidas que no podría enumerarlas.

Una familia son todos esos momentos: organizar una fiesta de cumpleaños sorpresa, hacer su plato preferido, que te esperen en la rampa de llegadas de Renfe en Córdoba, un ramo de flores para la madre, que te abrán lo más deprisa posible en el 1º G, Ana, ¿cuándo vamos a jugar al Animal Crossing juntos?, historias privadas que no pueden contarse... Y tantos pequeñísimos momentos especiales que no tienen precio. Bravo por todas aquellas que, pese a la dureza de la vida, habéis conseguido crear vuestra familia, vuestro universo.