Académicos de la universidad King’s College y la Universidad de Pavía atacan el enigma de Da Vinci intentando comprender el cerebro del genio y coinciden en el diagnóstico: Leonardo Da Vinci tenía trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

A pesar del nombre que recibe esta neurodivergencia, quien tiene TDAH no experimenta déficit de atención per sé si no, más bien, todo lo contrario: demasiadas cosas llaman su atención y tiene dificultad para enfocarse en solo una.

Es un superpoder más que una incapacidad, y si bien puede provocar problemas a la hora de encajar en la realidad de los demás, es una forma de vivir y pensar que abre puertas secretas donde los demás solo ven muros.

Basta ver un episodio de ‘Leonardo’, la nueva superproducción europea sobre la vida y obra del genio, para darse cuenta de lo acertada que es esta teoría.

Vemos a Leonardo bailar de disciplina en disciplina, brillante en su obra aún cuando se lanza a hacer algo que jamás había intentado antes... y que nadie había sido capaz de imaginar siquiera. Le vemos caer en la obsesión de su arte, consumido por una espiral de hiperconcentración, síntoma del TDAH, olvidándose de que es humano y hay todo un universo más allá de su trabajo.

Leonardo Da Vinci reinventaba el mundo constantemente intentando expresar cómo florecía la realidad ante sus ojos, y al intentar traducir la exquisita belleza de su mente, creó el enigma de un talento que iluminaría a la humanidad por siglos.

** Periodista y músico