En apenas una semana, los sindicatos UGT y CCOO han celebrado congresos provinciales para renovar el mandato de sus ejecutivas en Córdoba, reeligiendo en sus cargos a los secretarios generales: Vicente Palomares por UGT y Marina Borrego por CCOO. Ambos han sido los únicos candidatos a las respectivas secretarías generales, han visto revalidada por sus compañeros la gestión de los últimos años (cuatro en el caso de Borrego, cinco en el de Palomares, ya que el congreso se aplazó el año pasado por la pandemia) y han obtenido apoyos por encima del 90% para su elección, con lo que inician esta nueva etapa con un amplio respaldo de sus bases.

Un respaldo que necesitan para afrontar una situación que sobrepasa, y va a seguir sobrepasando, cualquier estimación que pueda hacerse sobre la crisis, ya que la pandemia del coronavirus no solo ha traído graves problemas sanitarios -que aún persisten, aunque la vacuna va introduciendo factores de esperanza- y económicos, que se alargarán en el tiempo, sino que de ella van a salir cambios importantes en nuestra sociedad, nuevos modelos económicos, necesidad de nuevas soluciones en el mercado de trabajo, una situación grave de pobreza que no debe hacerse estructural... 

Córdoba, con un paro registrado de 83.577 personas (marzo del 2021), y una tasa en torno al 25%, se sitúa entre las provincias españolas con un mercado laboral más débil, en el que la precariedad -los contratos indefinidos apenas superan el 8% del total- , la estacionalidad de los trabajos agrícolas y la gran bolsa de economía sumergida dejan clara la necesidad de unos sindicatos fuertes que velen por los derechos de los trabajadores. Sin embargo, en las últimas décadas, las organizaciones sindicales han sufrido cierto retroceso, y en ellas se aprecia ahora un impulso para recuperar peso y afiliación.

El papel de los sindicatos -no solo UGT y CCOO, sino de CSIF, también importante aunque más ceñido a la función pública, y otros con arraigo en determinados sectores- debe ser determinante en la salida de la crisis. Tanto Vicente Palomares como Marina Borrego y sus ejecutivas tienen clara la necesidad de unidad de acción sindical para las dos grandes organizaciones de la provincia, y no solo para la defensa de los trabajadores en caso de conflicto o para la vigilancia de sectores en los que se produzcan abusos. UGT y CCOO saben muy bien de la importancia de su presencia activa en la toma de decisiones participativa, a través de pactos no solo con las organizaciones empresariales, sino con las instituciones, para ofrecer a la sociedad nuevas posibilidades de generación de empleo y mejores condiciones de formación, para la defensa de los servicios públicos y para impulsar nuevos modelos productivos.

Quizá se haya abusado de la expresión «diálogo social», pero eso no le resta relevancia, y menos en estos momentos en los que se desploman sobre la sociedad grandes cambios que implican amenazas, pero también oportunidades. Los acuerdos alcanzados por los sindicatos --por ejemplo, con la Junta de Andalucía y las organizaciones empresariales, para facilitar ayudas a empresas y sectores en crisis- son una clara muestra de que los representantes de los trabajadores están obligados a jugar un papel institucional muy activo.

UGT y CCOO han optado por la continuidad en sus cabezas visibles en Córdoba, dándoles un voto de confianza que implica una gran exigencia. La presencia de todas las autoridades en sus congresos certifica un talante de cooperación que, si siempre ha sido necesario, ahora se vuelve imprescindible. Córdoba tiene a la vista un proyecto importante en la capital -el desarrollo de la base logística del Ejército de Tierra- y diversos retos en la provincia. Los sindicatos compartirán parte de la responsabilidad en estos desafíos.