La sostenibilidad de un modelo de gestión se basa únicamente en la capacidad del grupo para hacer partícipes de él a todos los componentes. Como una especie de balanza, hay que mantener el justo equilibrio para que los supuestos beneficios de unos no entierren a otros. No hablo de cuestiones políticas, que ya sabéis que poca cabida tienen en cualquiera de mis artículos. Una simple cuestión de saber donde pisas, por aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces -o más- con la misma piedra.

Córdoba es ciudad patrimonio y se nutre del turismo como agua de Mayo. No seré yo el que desprestigie a los Patios de Córdoba, Medina Azahara, la Mezquita y el centro histórico de la ciudad. Somos la primera ciudad con cuatro declaraciones de Patrimonio de la Humanidad. Y eso pone en valor nuestra historia y, de paso, nuestra gastronomía, nuestra cultura... Pero también pone en liza nuestros defectos, que los hay.

No debe haber mayor crítico que uno mismo y me escandaliza que nos sintamos orgullos de convertirnos, poco a poco, en la nueva Venecia. Una dulce, pero peligrosa, comparación con una ciudad preciosa pero que se hunde ante la avalancha insostenible de visitantes. La proliferación de apartamentos turísticos -legales e ilegales- que están vaciando barrios ilustres como San Lorenzo o San Agustín. No es asumible entregar la ciudad a turistas a cualquier precio. La idiosincracia de las tabernas de la Judería o de los barrios de las iglesias fernandinas son los vecinos que las habitan que nunca -y hay que remarcar ese «nunca»- serán obstaculo para ese turismo tan «invasor».

El turismo debe ser un modo de enseñar una ciudad que debe ser reconocida por su cultura y sus monumentos, pero no un bazar donde «todo vale» con tal de acumular números. Es una lástima que muchos cordobeses no sean conocedores de esas cosas que nos empeñamos en mostrar. ¿Eres de aquí? Disfruta de una visita a Medina Azahara, un paseo por la Mezquita o la Sinagoga y sus muros. Pero también de las Jam session en Jazz Café, de un arroz con rabo de toro en Taberná Rafaé o una cañita de cerveza en el Correo. Está en nosotros recuperar la personalidad de nuestra ciudad. Abierta a visitantes, por supuesto, pero siempre Córdoba, nunca Venecia.

* Escritor