Me afilié al PSOE en 1978. En estos 41 años, siempre, he respetado, acatado y cumplido los estatutos de los que los socialistas nos hemos dotado en cada momento.

El PSOE no es un partido asambleario, es participativo y representativo, un partido democrático, abierto a su militancia y con un grado de transparencia que no existe, ni por asomo, en otras formaciones políticas y en el que la militancia ha sido siempre su principal valor.

Hace 41 años, los compañeros y compañeras elegíamos a quienes nos iban a representar en los órganos internos del partido -comités provinciales y congresos-, y a quienes queríamos que representasen a nuestro partido en las instituciones.

En el caso de las listas al Congreso o el Senado la última palabra, con diálogo y sin imposiciones, la tenía el Federal.

Con la llegada de las primarias, hace ya algunos años, el PSOE dio un paso más en lo que a participación de la militancia y democracia interna se refiere. El voto, secreto y libre, de los compañeros y compañeras se convertía en el primer filtro, en el primer examen que debían pasar aquellos que querían optar a liderar los órganos internos del partido o a formar parte de unas listas electorales.

En el 39º Congreso, que se celebró en 2018, los y las socialistas nos dotamos de unos nuevos Estatutos Federales que se adaptan al nuevo modelo de sociedad, a los nuevos tiempos, y que hacían del PSOE un partido aún más democrático y participativo, que convertían al PSOE en el partido de la militancia.

Estoy convencida de que estos avances han sido buenos para el partido, para la militancia socialista y para la sociedad en general. El debate, la contraposición de ideas y la democracia interna nunca puede ser algo negativo, más bien al contrario, son positivos y permiten empoderar a la militancia. Los y las militantes socialistas tenemos hoy, gracias a esos Estatutos, más fuerza que nunca.

Una fuerza que debe ser tenida en cuenta por los órganos del partido, de modo que si la militancia habla, los órganos tienen la obligación de escucharla. Pero además, las comisiones ejecutivas y los comités del partido deben asumir que tienen otra obligación, la de asegurarse que el PSOE gobierne y para ello, hoy más que nunca, hay que conseguir un respaldo mayoritario de la ciudadanía.

El PSOE es, lo ha sido siempre, un partido de gobierno, que tiene como principal objetivo transformar la sociedad y mejorar la vida de la gente. Así, teniendo esto en cuenta, y habiendo escuchado la voz de la militancia, quienes están al frente del partido, en cualquiera de sus órganos, deben velar por que en la elaboración de unas listas electorales se conjuguen dos cuestiones primordiales. Por una parte, lo que las bases han decidido, los nombres de aquellos compañeros y compañeras que han recibido el respaldo mayoritario en las agrupaciones y, por otra, el valor que puedan aportar aquellos que son valorados en los diferentes ámbitos de la sociedad.

Conjugar todo esto, aplicando además determinados factores de corrección para cumplir nuestras propias normas internas -paridad y listas cremallera-, es misión de los órganos intermedios del PSOE, sin olvidar nunca que la última palabra la tiene, según esas mismas normas, el Comité Federal del partido.

Con todo ello, quienes dirigen nuestro partido tienen la responsabilidad de no defraudar a la militancia y elaborar unas candidaturas que, siendo un reflejo del voto de los afiliados y afiliadas, cuenten con aquellos que estén más capacitados para gobernar.

Y termino como empecé. La militancia del PSOE debe conocer, respetar, acatar y cumplir las normas internas del partido, que han sido aprobadas por todos y que todos debemos llevar a la práctica sin hacer interpretaciones sesgadas. Si estos Estatutos Federales no son del agrado de la militancia, habrá que esperar al próximo proceso congresual para revisarlos y modificarlos. Mientras tanto, respeto y cumplimiento.

* Presidenta del PSOE de Andalucía en Córdoba