Hace unos días saltaban las alarmas. El Instituto Nacional de Estadística (INE) registraba la cifra de nacimientos más baja en España desde 1941, 179.794 bebés nacidos hasta junio, el 5,8% menos que en el 2017. España es el país europeo con menor tasa de fertilidad (1,3 hijos) y con las madres primerizas de más edad. Si en circunstancias normales el foco de las noticias sobre fertilidad recae en las mujeres, esta vez lo hace con más fuerza: las que no somos madres pertenecemos a la generación millennial, considerada egoísta, narcisista y demandante. Por si fuera poco, dirán algunos, cada vez son más las mujeres que ni quieren tener hijos ni se avergüenzan de ello.

Sin embargo, del mismo modo que la estigmatización de la generación millennial es una forma de tapar el fracaso social que supone que no podamos tener unas condiciones de vida dignas, con la baja tasa de natalidad sucede lo mismo. La pista nos la da el mismo INE en otra de sus encuestas, la encuesta de fecundidad del 2018. Las razones más frecuentes de las mujeres para no haber tenido el número deseado de hijos son laborales, económicas o por dificultades para conciliar la vida familiar y laboral.

Pertenezco a ese 60% de mujeres en España que esperan pasar de los 30 para tener el primer hijo. Las razones han sido la precariedad laboral y las dificultades para encontrar vivienda a precios asequibles. Como muchas mujeres de mi generación, tengo estudios superiores y aspiro a una carrera profesional. Eso implica ver la maternidad como un riesgo. Los hombres no terminan de coger los permisos de paternidad que les tocan, y tampoco tienen incentivos para hacerlo, de modo que estoy en desventaja. Si asumo el riesgo, tampoco podré disfrutar del todo de mi maternidad. Como escribía Esther Vivas en este periódico, el esquema de permisos, por su cortísima duración, supedita la maternidad y la crianza al empleo.

Viendo las pocas facilidades que tenemos para criar, escoger una pareja es importante. Si eres heterosexual, cuidado. Según el Observatorio IQ, las mujeres pasan a dedicar más tiempo a las tareas domésticas cuando viven con una pareja masculina. Da igual el salario que tengas. Si quieres iniciar un proyecto familiar sola, vigila. Save the Children apunta que las familias monoparentales encabezadas por mujeres, el 80% del total, tienen mayor riesgo de pobreza y exclusión social.

Tener amigas que son madres, o leer artículos sobre la cuestión, es escuchar sobre partos no respetados por profesionales sanitarios, partos en casa que acaban mal, dificultades para dar el pecho, regañinas por no dar el pecho, acusaciones de anticuada por querer criar al hijo, de mala madre si vuelves de inmediato a tu puesto laboral. Sobra el tabú --cuando no culpabilización- de los abortos espontáneos. Hagan lo que hagan, las madres son juzgadas sin que encuentren las condiciones adecuadas para tener la maternidad que desean.

Ante la baja tasa de natalidad, la pregunta no es por qué las mujeres no tenemos hijos, sino por qué la sociedad española no deja a nadie criarlos.

* Periodista