El chalet

Pablo Iglesias e Irene Montero acaban de comprarse un chalet. Que venga Banachek. Aunque esta vez no va a ser tan sencillo como en aquellas sevillanas de Pepe Da-Rosa. Porque la verborrea anticapitalista; el discurso maniqueo y sobado de ricos y pobres; y la demagogia de los que más tienen, ya no fascina, aturde, encocora y trajina como el rubio de los cuatro detectives. La casta, término con el que tanto Iglesias ha realizado sus exorcismos anticapitalistas; con el que ha divido el mundo de una manera simplista y manipuladora, le ha cortado los dedos como un cuchillo de doble filo. Ahora una lujosa vivienda valorada en más de 600.000 euros en Galapagar, ha dejado claro que del dicho al hecho hay un trecho y, por supuesto, quien no lo cumpla está mal hecho. La verdad es que esto del pedazo de chalet del camarada Pablo y de la camarada Irene da más grima que Zapatero en las elecciones de Venezuela. Sobre todo no porque con ese discurso ñoño de ricos y pobres han captado votos en plena crisis económica, sino porque hay que echarle rostro al asunto para salir a la palestra los dos y explicar la contraditio in terminis del chalet aludiendo al acoso, la privacidad, no sé qué de una ecografías y otras cuantas historias para no dormir. Eso en mi tierra es reírse del respetable. Sobre todo de los que los que han comprado sus discurso anticapitalista, ya sea votándolos o dando el callo en su partido. Pero es que aquí no queda la cosa. Ahora Iglesias y Montero como si fueran dos vírgenes que se ponen a disposición del oráculo de los dioses para que este desvele su virginidad ideológica, van a consultar a las bases si han de seguir liderando a los morados. No sabemos si ahora ser morado es ponerse morado, o qué. Aunque eso sí, la consulta será sin auditores externos. Esto cada vez suena más a thriller. Por ejemplo, Venezuela Connection, con Maduro, Zapatero --que no puede faltar en ningún papel donde haya de dar alipori al respetable--, y la pareja, amantes del Ché que se han comprado un chalé que ya no lo arregla ni Banaché.