Opinión | La clave

Depredadores

Algunos medios publican la fotografía con las caras pixeladas, pero otros la ofrecen tal cual: un grupo de chicarrones divirténdose en los sanfermines, con sus caras sonrientes. No tienen pinta de macarras, cualquier madre o padre vería bien que sus hijas se fueran con ellos de cañas. El juez dirá si hay delito, pero los vídeos encontrados por el instructor y descritos por la prensa despiertan una tremenda indignación.

Una chica se arregla para salir. Es joven, luego el objetivo de pasarlo bien e incluso de ligar está implícito. Quiere divertirse, y a lo mejor en algún caso algo más. Pero la libertad sexual es eso, libertad, decisión del sujeto, nunca imposición, y la frase «no es no» que tanto se maneja estos días con Pedro Sánchez tiene, en el acoso que sufren cada vez más las mujeres jóvenes, su principal sentido. ¿Qué está pasando, entonces? ¿Por qué en los últimos años crece el desprecio de los chicos hacia las chicas, por qué la palabra «puta» se utiliza cada vez más como agresión en las redes, por qué se dispara el machismo en una sociedad que se ha dotado de leyes igualitarias?

¿Cuántos chicos jóvenes tan «normales», desde ese desprecio hacia la mujer, actúan como depredadores aprovechando momentos de aislamiento de ellas, de debilidad por consumo de alcohol o sustancias, o simplemente recurren al burundanga para convertirlas ya en un muñeco que utilizar y tirar?

No es esta, no, la sociedad que creíamos estar construyendo. La defensa de la mujer requiere un auténtico rearme educativo y social.

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